Theodore se paró junto a Everleigh y la tomó del brazo para sostenerla, bajo la atenta mirada de los invitados.
Luego la abrazó por los hombros, mientras ella se tensaba. En realidad, la mujer estaba totalmente perdida, sin saber qué estaba sucediendo.
En primer lugar, se preguntaba por qué Alastair había llegado allí con Theodore. En segundo, no tenía idea de lo que este trataba de hacer al abrazarla.
De cualquier manera, se había establecido un silencio abrumador en la fiesta, mientras Abraham evaluaba al recién llegado con el ceño fruncido y una cautelosa mirada.
"Buenas noches, señor Treviño", dijo el hombre con un raro rastro de respeto que reemplazaba su habitual conducta altiva. "Lamento mi tardanza, pero fui a buscar a mi hijo. Si hubiera sabido que se generarían malentendidos, habría llegado antes".
En ese momento, todos lo miraban desconcertados, sumamente confundidos.
Aunque en realidad, estaban a la expectativa, ansiosos por descubrir quién era ese hombre tan atractivo. Theodore inclinó la cabeza en señal de respeto ante Abraham, antes de volverse hacia el grupo de invitados.
Luego dijo con indiferencia: "Everleigh estuvo muy ocupada en el extranjero durante sus estudios de medicina. Por eso, tuvimos que posponer nuestra boda. Lamento mucho lo que ha pasado hoy, pero me doy cuenta de que todos ustedes han malinterpretado las cosas".
"Perdone ¿quién es usted?", preguntó un hombre.
"Soy el prometido de Everleigh".
Esa respuesta provocó una conmoción entre todos los presentes, que de inmediato empezaron a murmurar.
Aunque nadie había vuelto a tocar el tema de los niños, Theodore tenía la mano de Alastair entre las suyas y Everleigh sostenía la de Adrienne. Además, los cuatro integrantes de la familia tenían un parecido asombroso entre sí, de manera que sería ocioso discutir sobre la paternidad de los gemelos.
No obstante, todos seguían confundidos, preguntándose qué estaba sucediendo.
"Pídele que explique esas fotos", se escuchó que decía alguien en voz baja.
"Sí, las fotos", hizo eco otra mujer.
"Que diga si era Everleigh la mujer de las fotos, ¿o no?".
Al parecer, la gente estaba más interesada en las imágenes que en los gemelos. A pesar de que ya habían recogido todas las fotografías que habían caído desparramadas por el lugar.
Cuando Everleigh escuchó eso, empezó a ponerse neviosa nuevamente y palideció bajando la cabeza sin atreverse a mirar a nadie. De pronto, instintivamente, ella dio un paso atrás, tratando de escapar a cualquier lado.
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