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Amor profundo escondido de él romance Capítulo 53

Selena podía sentir la hoja del bisturí siendo presionada cada más fuerte sobre su cuello y a cada segundo su rostro se volvía más pálido.

—Selena, sabes que tengo mal genio. Si no te disculpas, me temo que ya no seguiré tu jueguito —comenzó Everleigh—. Piensa esto.... Si este bisturí hace un pequeño corte en tu hermoso rostro, ¿podrías seguir siendo actriz?

Al escuchar esto, el corazón de Selena se aceleró y de inmediato, presa del pánico, dijo:

—Me disculparé. Lo siento.

—Llámame «hermana» —exigió Everleigh.

Selena apretó los dientes y exclamó:

—Lo siento, hermana.

—Eso me gusta más. —Satisfecha, Everleigh bajó la mano y la dejó ir.

En el momento en que Selena dejó de sentir los brazos de su hermana haciendo presión sobre ella, corrió detrás de la puerta y se mantuvo a una distancia segura de Everleigh. Inmediatamente se cubrió el cuello con una mano y dijo casi sin aliento:

—Everleigh, estás loca. Voy a denunciarte a la policía. Haré que te metan en la cárcel por intento de homicidio.

—Ve y hazlo. —Everleigh se cruzó de brazos y levantó la barbilla, señalando el bisturí sobre la mesa. Luego continuó con calma—: Allí tienes todas las pruebas, espero que la policía pueda usar este bisturí sin filo como evidencia.

—¿Qué? ¿Sin filo? —inquirió Selena sorprendida.

En ese instante, miró la mesa y descubrió que el bisturí era solo de utilería, no podría cortar ni una manzana. Obviamente no era el bisturí que Everleigh usaba todos los días.

—¿Me estás tomando el pelo? —Selena casi se vuelve loca de ira.

—Solo quería asustarte —explicó Everleigh mientras se acercaba a la silla y se sentaba—. Ya que te has disculpado, podemos dejar el pasado en donde pertenece. Dime, ¿aún quieres aprender?

Rápidamente, Crystal, que conocía el temperamento de Selena y no tenía dudas de que quería salir de allí cuanto antes, le impidió el paso e intervino:

—Selena, tienes que aprender. El director fue preciso, tienes que ser tú quien esté en la escena, no podemos usar ningún doble.

Ante las palabras de la asistente, Everleigh le dirigió una mirada tranquila a su hermana; por su parte, Selena sintió un sabor amargo por necesitar de Everleigh después de lo ocurrido.

—¡Bien, aprenderé! —dijo finalmente, casi rechinando los dientes—. Pero haz que el equipo me inscriba en un seguro, si no, no continuaré filmando. Quién sabe si no moriré en este set...

Desde joven, Everleigh siempre cumplió su palabra. Fue la primera hija de su padre y, por lo tanto, la niña mimada de la familia Trevino. Además, demostró contar con un don, pues podía hacer casi todo. Siempre era la mejor de su aula, sin necesidad de clases adicionales, y tenía talento para el piano y el arte.

Por su parte, Selena concurrió a clases de baile desde muy joven. Con solo observar los movimientos, podía dominar los pasos de inmediato. Se llevó muchos elogios del profesor. Sin embargo, Selena odiaba a su hermana al punto de que, aún siendo niña, escribía en su diario que esperaba que Everleigh desapareciera.

Un día, hace siete años, ese deseo finalmente se hizo realidad. Pero ahora, ella había regresado. Era como una pesadilla sin fin.

—Así. Cuando estés suturando, debes usar las dos manos —explicaba Everleigh ante una silenciosa Selena—. Espera, aquí está mal.

Everleigh trató de guiar la mano de Selena, pero la reacción de ella fue apartarla de un tirón. En ese momento, Everleigh se dio cuenta de que su hermana temblaba. Al instante, Selena levantó la cabeza y con una expresión de horror miró a Everleigh. Ella, al verla así, de inmediato sintió culpa.

Después de lo ocurrido ayer, ella estaba furiosa. Todo lo que quería era una simple disculpa, por eso la asustó con el bisturí; no estaba en sus planes aterrorizarla. De hecho, no hizo más que empeorar el malentendido entre ambas.

De repente, se escuchó un golpe en la puerta. Era un miembro del equipo.

—Dra. Trevino, al director le gustaría saber cómo van las cosas. Si están por terminar, podríamos intentar una toma.

—No va muy bien —dijo Everleigh mientras miraba ceñuda el nudo que Selena le había hecho a la réplica humana.

—¿Qué? ¿Por qué? —inquirió Selena enojada. De pronto, empujó los instrumentos de utilería y replicó—: No soy una médica profesional. ¿No es solo para la cámara?

Había estado practicando toda la mañana y ya se le estaba acabando la paciencia. Por su parte, el asistente en la puerta no podía argumentar, todo lo que hacía era rascarse la cabeza y esperar. Después de pensar unos segundos, Everleigh concluyó:

—Sr. Godfrey.

—Hola, Sr. Godfrey.

De inmediato, sintió una presión en su pecho y su corazón se aceleró. Rápidamente miró a la entrada por el rabillo del ojo y vio la figura de Theodore entrando. Era difícil no notar una figura tan alta como la de él.

—¿El Sr. Godfrey está aquí? —preguntó Selena con los ojos iluminados. Al instante comenzó a quitarse los guantes, pero Everleigh, que ya había vuelto en sí, la detuvo.

—¿Qué estás haciendo? —inquirió ella, provocando que el rostro de Selena se ensombreciera—. El director me pidió que te enseñara a suturar correctamente.

—Puedes enseñarme más tarde.

Everleigh agarró su muñeca con firmeza.

—Debemos apresurarnos a terminar esta escena. Cuanto antes lo hagamos, antes podremos irnos. No querrás que el Sr. Godfrey piense que eres un chiste, ¿verdad?

Lo único que podía detener a Selena era Theodore. Cuando escuchó su nombre, recuperó sus sentidos y miró a Everleigh.

—Yo... ¿un chiste?

—Será mejor que practiques duro, así te tomará en serio —afirmó Everleigh, luego colocó el bisturí en la mano de Selena.

Sabía que Selena sentía algo por Theodore, así que debía evitar a toda costa que se encuentre con él. De esa manera, no haría ninguna estupidez para embarrar la reputación de la familia Trevino o arruinar su propio futuro.

En ese momento, Theodore estaba de pie detrás de la cámara y escuchaba al director y su equipo. Sin embargo, su mirada estaba fija en la figura de la escena, estaba concentrado en la mujer vestida de camisa blanca y con pantalones cortos informales, que se veía igual a cuando estaba en la universidad.

Por su parte, Everleigh sentía que alguien la miraba como un halcón y la intuición de las mujeres era siempre muy precisa. Sin embargo, no se atrevió a darse la vuelta.

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