Alastair se agachó de mala gana para sentarse en la alfombra junto a su hermana. Luego dijo con paciencia: "Sé que te preocupas por la vida amorosa de mamá, pero eso no significa que puedas ser imprudente".
"¡No lo soy!". Adrienne frunció los labios y replicó: "Alastair, siempre eres así. Crees que no entiendo nada, pero sé que a papá le gusta mamá. De lo contrario, ¿por qué jugaría con nosotros?".
"¿Sabías que mami y Theodore solían salir?", preguntó el niño.
Adrienne estaba atónita. "¿Qué? ¿Mamá y papá solían salir?".
Alastair asintió abriendo unos ojos enormes. "Pero ahora están separados. ¿Y sabes por qué?".
Su hermana negó con un movimiento de cabeza.
¿Cómo podría saberlo? Ni siquiera era consciente de que algún día estuvieron juntos.
"En realidad no tiene caso que te lo explique, porque es algo complicado y no lo entenderías. En resumen, hay malentendidos entre ellos que no podrán resolver", dijo él como si supiera mucho de la vida.
"¡Es muy complicado! ¡Siempre salen con lo mismo!", exclamó la niña frunciendo el ceño. Luego preguntó: "¿Por qué los adultos tienen tantos problemas complicados? ¿No pueden estar juntos solo porque se gustan?".
"No, porque así son los adultos", respondió Alastair acomodando el flequillo de su hermana. "¿Quieres comer un helado?".
Adrienne todavía estaba un poco enojada con su hermano, pero cuando escuchó la palabra helado sus ojos lanzaron un brillo y comenzó a perdonarlo. Se quedó pensando durante un par de segundos y, apretando los dientes, soltó un sí.
Unos minutos después entró Everleigh y vio que sus hijos estaban en la sala.
El niño estaba escribiendo algo en su computadora portátil, mientras que Adrienne metía la cuchara en una tarrina de helado con una mirada feliz en su rostro.
"¿Por qué estás comiendo helado? Alastair, ¿no te pedí que la vigilaras? Si come demasiado, tendrá dolor de estómago". La mujer se cambió los zapatos y se sentó en el sofá.
La niña tenía una expresión muy dulce. "No había comido nada hoy. Este es mi primer bocado".
"No te creo", Everleigh puso los ojos en blanco y agregó: "¡Bueno! Puedes comer otras dos cucharadas y guardarás el resto en el refrigerador. Mañana podrás comer otro poco. Estaré vigilándote todo el tiempo, ¿entendido?".
"¡Umjú!", contestó la pequeña parpadeando con inocencia. "Mami, ¿no irás a trabajar mañana?".
"¡No! Estaré con ustedes mucho tiempo, porque no iré a trabajar durante varios días".
Cuando Alastair la escuchó, levantó la vista desde atrás de su computadora y observó las vendas que cubrían la mano de Everleigh. "Mami, ¿te lastimaste?".
En ese momento, Adrienne detuvo la cuchara de helado en el aire y siguió la mirada de su hermano. Al darse cuenta de los vendajes, su rostro cambió de inmediato. "¡Ay, mami, tu mano!".
"Estoy bien, fue solo una cortadita. Estaré bien muy pronto, solo tengo que descansar un par de días".
En realidad, ella no le estaba dando mucha importancia a su herida. De todos modos, era un buen pretexto para no volver a la filmación, ya que prefería quedarse en casa que lidiar con Selena, quien insistía en causarle problemas todos los días.
Ella reflexionó sobre lo que haría y había tomado una decisión. Si el hospital no le permitía regresar a trabajar, solicitaría que la transfirieran a la sede que tenían en el extranjero y renunciaría a vivir en Ocpeace.
"¡Pobre de mi mami!", gritó de pronto Adrienne, dejando el helado sobre la mesa y acercándose a ella. Los dulces ojos de la pequeña se pusieron rojos. "¿Te duele mucho?".
La revoltosa niña, que siempre estaba causando problemas, empezó a derramar abundantes lágrimas que corrieron por su rostro al darse cuenta de que su madre estaba herida. A ella no iba a engañarla, sabía lo que estaba pasando.
Esta la acostó sobre su cama y la tapó con una manta. Entonces vio que Alastair estaba ordenando en silencio todas las cosas que su hermana había metido en la maleta.
"Deja eso, lo acomodaré después", dijo ella bajando la voz, al tiempo que le hacía una seña indicándole que salieran de la habitación.
Después de cerrar la puerta, Everleigh respiró aliviada y se sentó con su hijo en el sofá.
"¿Qué le pasó a tu hermana? ¿Por qué hizo esa rabieta?".
Aunque la niña estaba preocupada por ella, no lloraría así si no le estuviera afectando algo más.
Entonces Alastair dijo: "Ella vio que Theodore te trajo en su auto y quiso bajar, pero yo no se lo permití. Tal vez fue eso".
Al escuchar dicha explicación, el corazón de la mujer dio un vuelco y, viendo los ojos cristalinos de su hijo, sintió una inexplicable sensación de culpa. Por lo que rápidamente explicó: "Él fue de visita a la filmación y se dio cuenta de que me lesioné, así que se ofreció a traerme a casa".
Alastair no era tan entrometido como su hermana, así que no le prestó atención a su explicación y continuó con el tema del berrinche de Adrienne. "Yo creo que ella se aburre de estar encerrada en casa todos los días. Le haría bien ir a la escuela".
¡La escuela! Everleigh apoyó su cabeza en el respaldo del sofá sintiéndose impotente.
Cuando regresó al país, ella había investigado diferentes instituciones educativas. Sin embargo, debido a la nacionalidad de los niños, no podían matricularse en ninguna escuela pública, y su única opción era un colegio privado. Aunque los procedimientos de admisión eran simples, las tarifas eran caras. Y la que ella tenía en la mira costaba doscientos mil dólares al año. Eso sumaría un total de cuatrocientos mil dólares por las colegiaturas de los dos niños.
Everleigh se dirigió a su habitación para calcular sus ahorros e inversiones. Entonces se dio cuenta de que podría reunir esa suma, pero de esa forma sus gastos tendrían que reducirse.
No era un gran problema que en ese momento ella no estuviera trabajando. Sin embargo, necesitaba regresar pronto al hospital para seguir recibiendo su sueldo y poder mantener a sus hijos.

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