Por la expresión del Dr. Harrison y su actitud silenciosa, Everleigh dedujo que estaba ligeramente enfadado. Tras haber ponderado el asunto por un momento, finalmente ella cambió de opinión y formuló una nueva propuesta: "Me permito hacerle una nueva propuesta; esperemos hasta finales de este mes, Dr. Morgan, y si para entonces todavía desea contratarme, aceptaré el trabajo con mucho gusto".
"¡Perfecto! Regresaré y me encargaré de ello ahora mismo", exclamó Nathan, encantado.
Cuando el Dr. Harrison escuchó la propuesta de Everleigh, su semblante malhumorado se transformó de inmediato; estaba más claro que el agua que ahora estaba muy complacido. Sin embargo, antes de marcharse, decidió dirigirse a Everleigh con algunas palabras insultantes por última vez: "Bien sabes que puedes renunciar a tu trabajo una vez que lo hayas aceptado. Dispones de un mes para reflexionar al respecto, pero descuida, que no me reiré mucho de ti si te acobardas en el último momento".
Cuando el Dr. Harrison y Nathan se marcharon, Everleigh negó con la cabeza y suspiró. "Stainley, ¿no crees que el Dr. Harrison tiende a comportarse cada vez más como un niño conforme envejece? Le encanta discutir e incluso mostrarse sarcástico", musitó.
"Creo que solo se comporta así contigo. Todo el mundo sabe que el Dr. Harrison te profesa la mayor admiración, así que si decides enseñar aquí, entonces él sería la persona más feliz del mundo, te lo aseguro, e incluso te permitirá encargarte de su futura labor de investigación", dijo Stanley, quien se encontraba junto a ella.
"Tienes razón, creo que no puedo irme. ¡Anda, vámonos!"
Charlando, ambos caminaron juntos hacia los bastidores de la oficina.
"¿Aceptaste la oferta del Dr. Morgan por temor a disgustar al Dr. Harrison?", preguntó Stainley con curiosidad.
"No tenía alternativa", admitió Everleigh, impotente. "¿Acaso no acabas de ver cuán abatido estaba el Dr. Harrison? ¡De haber rechazado su oferta, apuesto a que nunca más me permitiría volver a ser su estudiante!"
Cuando Stainley apreció a Everleigh de perfil, la mirada de aquel se suavizó levemente.
El mundo estaba sometido a un proceso de cambio constante, al igual que sus habitantes. No obstante, Everleigh parecía congelada en el tiempo, pues su confianza, orgullo y amabilidad permanecían inalterables. Aunque no pudiese estar con ella, él siempre sería su sostén, sin importar que tuviese que pagar un alto precio por ello.
En cuanto Stainley y Everleigh llegaron a los bastidores, oyeron un alboroto.
"Sigue buscando. ¡No pueden haberse esfumado!", dijo alguien.
"Ya los he buscado en cada rincón, incluso en la estancia anexa a los bastidores, pero no había rastro de ellos", respondió una voz.
"Tal vez estén en el baño", replicó su interlocutor.
El alboroto dejó anodadados a Everleigh y a Stainley, quienes se mostaron desconcertados al observar el bullicioso grupo de estudiantes que se hallaba frente a ellos. Cuando Stainley advirtió la presencia del joven a cuyo cuidado habían sido confiados los niños de Everleigh, lo saludó con la mano. "Hola, Shawn, ¿cómo estás?", le dijo.
En cuanto Shawn vio a Stainley y Everleigh, se precipitó hacia ellos. "¡Everleigh! ¡Stainley! ¿Adrienne y Alastair fueron a buscarlos?"
"Me temo que no", se sobresaltó Stainley.
Shawn palideció y luego dijo en tono de alarma: "¡Alastair y Adrienne están desaparecidos!"
"¿Cómo?", dijo Stainley, y su semblante también se tornó lívido.
Shawn estaba tan desconcertado que parecía estar a punto de prorrumpir en sollozos. "Mientras los vigilaba, la señorita Iverson me pidió que la ayudara a cargar algunos equipos; ella me aseguró que cuidaría de los niños, pero cuando regresé ya no estaban".
Tras su graduación, Erica se convirtió en profesora universitaria; su esposo, William, también era profesor en la facultad de medicina. Gracias a la influencia de que la pareja gozaba en la facultad de medicina, Erica había logrado instruir sin tropiezos a los estudiantes de dicha facultad. En cambio, había tenido dificultades con los estudiantes de su propia facultad.
"¿Dónde está Erika?" preguntó Stainley con un nerviosismo palpable.
"Cuando le pregunté sobre los niños me dijo que no los había visto. Acaba de marcharse porque tenía que ocuparse de ciertos asuntos urgentes. ¡Everleigh, lo siento mucho! ¡No fue a propósito! ¡Ya les he pedido a los demás que vayan a buscarlos! ¡Iré a revisar las cámaras de seguridad ahora mismo!", se disculpó precipitadamente Shawn, con los ojos inyectados en sangre.
La juventud e ingenuidad de Shawn hacían que se sintiera aterrorizado al verse involucrado súbitamente en la desaparición de los niños. Everleigh, por el contrario, guardó la compostura y dijo: "Está bien; ante todo, conserva la calma, no te alarmes. Alastair lleva consigo un teléfono celular, así que trataré de llamarlo y, si no consigo comunicarme con él, entonces rastrearé su teléfono."
No cabía duda de que la desaparición de los hijos de otras personas suponía una gran preocupación. En opinión de Everleigh, si sus hijos desaparecieran o fuesen raptados, ella se concentraría en los secuestradores o quienquiera que se los hubiese llevado.
Everleigh logró establecer comunicación telefónica y luego se escuchó la voz de Alaistair que decía: "Mami".
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