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Las manos cálidas del hombre rozaron la piel de alabastro de Jiang Sese, cuyo rostro se sonrojó lentamente.
Las piernas delgadas de la mujer se agitaron salvajemente en el aire. La reacción de ella fue intensa.
Jin Fengchen frunció ligeramente el ceño mientras la miraba.
Un momento después, su voz enérgica pero baja entró en el oído de Jiang Sese.
"Deja de moverte, no pueden verte el rostro. Muévete más y no me haré responsable si la gente te ve".
Había muchos ojos y oídos en el banquete, y mucha gente ya había notado la conmoción. Sus ojos los miraban con interés.
Al ver a Jin Fengchen llevando a una mujer, sus rostros se llenaron de asombro.
Con la postura que tenían en ese momento, el rostro de Jiang Sese estaba totalmente cubierto.
La gente que no la conocía no podría decir que era ella la que estaba en brazos de Jin Fengchen.
Cuando escuchó lo que el hombre dijo, Jiang Sese casi dejó de respirar.
Si no quería que la gente la viera, ¿no debería dejarla en el suelo y ya?
Su corazón seguía preocupado, pero su cuerpo había dejado de luchar.
Ella ocultó su cara presa del pánico, enterrándola en el pecho bien construido de él.
El hombre exudaba un aura de confianza. Jiang Sese podía oír claramente los latidos del corazón del hombre.
A veces, no podía saber si eran los latidos de él o los de ella.
Estaba enfadada por la prepotencia del hombre. Jiang Sese habló con rabia entre los dientes: "¡No estás siendo razonable!".
"Sí, no soy razonable".
Jin Fengchen escuchó la voz baja y feroz de la mujer, y su boca se curvó para formar una leve sonrisa.
La voz suave de la mujer era sedosa y hacía que le picara el corazón. Si uno escuchaba con atención, también podía oír los indicios de un amor mimoso.
Jiang Sese no habló y dejó que Jin Fengchen la llevara con firmeza fuera del lugar.
Con cada paso, el tiempo parecía detenerse.
La bulliciosa sala de banquetes se sumió de repente en el silencio.
Jiang Sese no se atrevió a levantar la vista. Se agarró tímidamente a una esquina de la camisa de Jin Fengchen.
Ella contuvo la respiración mientras se enterraba en el pecho del hombre, pues temía imaginar las reacciones de todos los que estaban fuera.
Después de un largo rato, Jiang Sese oyó el sonido de la puerta de un coche al abrirse.
Jin Fengchen la colocó con cuidado en el asiento trasero del coche.
En el coche, la tenue luz iluminaba el rostro bello de Jiang Sese.
Ella levantó la vista y miró los ojos negros de Jin Fengchen.
Le temblaron los labios y se preparó para regañarlo por sus acciones. Sin embargo, Jin Fengchen bajó la mirada y le subió el vestido largo.
Las palmas grandes del hombre se apoderaron de la pantorrilla de ella, y tocaron con los dedos calientes la piel de ella.
"¿Qué estás haciendo?".
A Jiang Sese se le puso la piel de gallina. Jadeó por la sorpresa y se apartó.
Jin Fengchen miró la cara de pánico de ella y le acarició la frente mientras suspiraba.
"La herida es bastante profunda. Espera aquí, voy a buscar medicina".
Mientras hablaba, el hombre se dio la vuelta y se fue. En el momento en que lo hizo, Jiang Sese suspiró inmediatamente con alivio.
Ella giró ligeramente la cabeza y miró el cielo nocturno fuera de la ventana. Su sonrojo no desapareció en mucho tiempo.
En un instante, Jin Fengchen regresó con un botiquín de primeros auxilios que sacó de quién sabe dónde.
El espacio del coche era bastante grande. Sin embargo, en ese momento, al ver a Jin Fengchen arrodillado frente a ella, Jiang Sese sintió de repente que el lugar era demasiado estrecho. Su respiración empezó a entrecortarse.
Jin Fengchen abrió el botiquín con facilidad y sacó el antiséptico y los bastoncillos de algodón de su interior.
La palma fuerte del hombre se dirigió de nuevo a la pantorrilla de ella, y le subó el vestido hasta el nivel del muslo.
La piel de la mujer quedó desnuda al aire, y las heridas causadas por el fragmento de cristal aparecieron ante sus ojos.
Jin Fengchen frunció el ceño y sus ojos delataron el dolor que sentía por ella.
Las yemas de sus dedos recorrieron suavemente los bordes de la herida. Sintió las palmas de las manos un poco ásperas. Era como si no tuviera otro lugar donde ponerlas que en la piel de ella.
Las acciones del hombre eran muy pequeñas y suaves. La sensación de hormigueo de las yemas de los dedos de él viajó hasta el corazón de ella. Jiang Sese respiró profundamente.
Al pensar que la herida le dolía, la mirada de Jin Fengchen se desplazó ligeramente. Levantó la vista para preguntarle: "¿Te duele?".
Su expresión era seria.
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