Había sido solo un segundo, un instante en el que el terror no solo ocurría en el auto de adelante, sino que se extendía a las dos almas que iban tras ellos en la camioneta. Elijah frenó maniobrando para no derrapar, y los dos hermanos se lanzaron en direcciones diferentes. Elijah hacia el tramo destrozado de barandal, y Matthew hacia la cajuela de la camioneta.
Sacó cuerdas de enlace y un segundo después, bajo aquel torrencial, su hermano lo veía lanzar un nudo perfecto contra el parachoques trasero del auto de Nate, asegurándolo.
Los gritos eran apenas audibles bajo la lluvia, pero los gestos eran suficientes y un instante más tarde ataban aquella cuerda al parachoques de la camioneta y Elijah se apresuraba a retrocederla, porque aquella era la única forma de que el auto no terminara hundido en el río o arrastrado por la corriente.
—Qué vas a hacer? —le gritó a Matthew viéndolo alcanzar otro rollo de cuerdas.
—¡La corriente está demasiado fuerte! —le respondió su hermano—. ¡Esto no va a resistir más que unos pocos minutos! ¡Tira hacia la salida del puente, porque si la cuerda se rompe el retroceso que tirará por el otro lado!
—¿¡Pero tú qué carajos vas a hacer, Matt?!
—¡Pues lo único que se puede: buscarlos! —exclamó él atándose aquella cuerda alrededor de la cintura, y amarrándola al árbol más cercano antes de meterse en el río al menos siete metros por encima del punto donde había caído el auto.
La corriente lo arrastró de inmediato, y fue la que lo llevó directo hasta Nate.
Adentro, lo mismo él que Blair estaban desesperados intentando determinar si Nathalie se había herido de alguna forma, y mirando con ansiedad las maniobras de Matt y de Elijah.
Nate tenía el corazón desbocado cuando sintió el puño de su hermano golpeando contra el cristal y se dio cuenta de que no podría bajarlo. El sistema del coche era completamente eléctrico y todo se había arruinado el agua, apagándose por completo.
Matthew hizo un gesto y Nate cubrió con su cuerpo a Blair y a la bebé, mientras su hermano rompía el cristal y todos aquellos vidrios caían sobre él.
—¡Vamos, vamos, tenemos que salir de aquí! —gritó Matt y Nate tiró de la mano de Blair, solo para darse cuenta en ese momento de que los labios de la muchacha estaban temblorosos y su cuerpo rígido.
—¡Vamos, tenemos que irnos! —la increpó y la vio negar.
—No puedo... mi pie...
Nate miró con zozobra en esa dirección y se dio cuenta de que parte del tablero se había aplastado sobre una de las piernas de la muchacha.
—¡Llévate a la beba! —le gritó a Matt y antes de que él pudiera replicar, insistió—. ¡Blair está atrapada! ¡Llévate a Nathalie, sácala de aquí, ponla a salvo…! ¡Llévatela!
Matt tomó a la niña que lloraba con fuerza y la abrazó contra su pecho mientras peleaba por volver a la orilla.
La crecida hacía que el río estuviera demasiado hondo. Pero la tensión de la cuerda en aquel árbol le daba espacio para mantenerse a flote con la niña y solo dejar que lo arrastraran hasta la orilla.
Sentía el cuerpo adolorido por la cantidad de cosas que lo habían golpeado en la corriente, porque la crecida se llevaba cualquier cosa, pero cuando finalmente tocó tierra firme corrió tan rápido como pudo hacia la camioneta y aseguró a la nena con uno de los cinturones en el asiento trasero.
—¿¡Qué está pasando, Matt!? ¡¿Qué pasa?!
—¡Tú sigue aguantando! ¡Voy a volver por ellos! —gritó y antes de echar a correr de nuevo, sacó una palanca de la cajuela.
Se lanzó otra vez a la corriente mientras en aquel punto ya Nate había alcanzado el tope de su desesperación por no poder sacarla de allí.
—¡Tienes que irte de aquí, tienes que irte! —sollozó Blair dándose cuenta de que por más que él pateara o golpeara aquel tablero, la deformación no iba a ceder.
El auto estaba llenándose de agua a cada segundo, y el lecho fangoso del fondo se estaba tragando toda la nariz del auto, haciendo que se inundaran con más rapidez.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: BEBÉ POR ENCARGO