Besando a mi esposo romance Capítulo 10

Resumo de Capítulo 10: Besando a mi esposo

Resumo de Capítulo 10 – Uma virada em Besando a mi esposo de Internet

Capítulo 10 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Besando a mi esposo, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura amor después del matrimonio, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.

Valen estaba muy nerviosa y sostenía con fuerza el móvil.

—Bueno… ¿puedo… ir a verlo? Ya terminé la escuela y tengo algo que decirle…; es muy importante —respondió con dificultad.

Luego de decir esto, no escuchó ningún sonido desde el otro lado de la línea. Valen pensó que Scales no la había escuchado. Cuando estaba a punto de repetir lo que ya había dicho, escuchó que le respondía:

—Haz lo que quieras.

En cuanto dijo la última palabra, la llamada se cortó. Valen se quedó desconcertada por un momento hasta que el secretario la devolvió a la realidad con una pregunta:

—Señorita Lu, ¿qué le dijo el señor?

Valen agarró con fuerza su móvil y respondió:

—Dijo que hiciera lo que quisiera...

—Bueno, vamos a la empresa —asintió el secretario. Al instante, le indicó al chofer que cambiara de ruta y se dirigieron directo a la sede de la Empresa Lu.

Cuando llegaron, el secretario recibió una llamada y entonces pidió al chofer que se estacionara frente a la entrada. Al notar que el auto se estaba deteniendo, Valen estuvo a punto de abrir la puerta y bajarse del auto cuando escuchó al secretario decir:

—El señor terminó la reunión y ya está bajando. Le pide que espere en el auto.

—Oh... —Al escuchar sus palabras, Valen retiró de inmediato su mano de la puerta del auto.

Unos diez minutos más tarde, una fila de hombres en traje salió por la puerta de la empresa, y Scales, la encabezaba. Después, el chofer abrió presuroso la puerta trasera.

Scales se acercó al auto sin expresión alguna en su rostro. Cuando estaba a punto de agacharse y entrar al auto, notó que Valen lo bloqueaba: estaba sentada en el asiento que daba a la acera.

—¡Muévete hacia el otro lado! —dijo con frialdad.

Valen se sonrojó al darse cuenta de su torpeza y se movió tan rápido como pudo. Luego de que el señor se sentara, dijo apenada:

—Lo siento, no era mi intención.

Scales la miró y no dijo nada. Valen estaba un poco nerviosa y sus pequeñas manos agarraron el dobladillo de su falda.

—¿No te gustó la casa en que vivimos ayer?

—le preguntó Scales en lugar de responder.

Valen se quedó atónita. Luego, negó con la cabeza.

—No, no es eso.

Scales cruzó las piernas y sonrió con gracia. Sus mangas no estaban arrugadas y tenía un rostro apuesto. Sus profundos ojos eran el único rasgo que hacía que nadie se atreviera a subestimarlo.

—Si este es el caso, será mejor que te quedes ahí de ahora en adelante. Con respecto a cuándo te dejaré ir, depende de mi abuelo —recalcó con tranquilidad.

—¿Quién es su abuelo? —preguntó Valen.

Scales levantó las cejas.

—Lo sabrás el próximo fin de semana.

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