CARIÑO VUELVE A MI LADO romance Capítulo 66

—Jan Pierre, puedes por favor acompañar a Philips a hacer unas diligencias, prometo que te compensaré ese tiempo, son importantes y no confío en que las haga adecuadamente — Angelina, le había enviado el tan esperado mensaje a su leal asistente

— Está bien, Jefa, lo acompañaré, pero que conste que es en contra de mi voluntad, no soporto a ese engreído que se creé que lo tallaron a mano los dioses

Philips, regresó a la oficina de su crush para verificar que esposa de su jefe ya había hecho lo suyo, vió tomar sus cosas personales a Jan Pierre, pero lo que le saltó a Philips, fue que Jan, recogió las llaves del costoso auto de edición limitada que estaba estacionado afuera para él

— ¿Vienes? — preguntó Jan, mientras abrochaba dos botones de su moderno traje, iba caminando a paso apresurado, Philips, salió de sus pensamientos y lo siguió hasta afuera del edificio, él ya llevaba las llaves de su deportivo en las manos

— ¿A dónde creés que vas? aquí tengo mis llaves y mi auto está allá — el asistente de Black, vió que Jan se dirigió hacía su regalo, él no se iba a subir ahí ni de loco

—Iremos en este coche, ¿no es una belleza? vamos en el o no vamos, decide tú, puedo dejar que lo conduzcas — dijo Jan Pierre, en realidad por alguna razón él no deseaba conducirlo

— Aarg.. me estás jodiendo, asistente, ¿quieres que conduzca el auto que te acaban de regalar? haber dame acá las llaves, subiré pero yo seré quien lo maneje — Philips, no se podía poner muy difícil, además el que él condujera le hacía más fácil llevar a cabo el plan

Los dos atractivos asistentes uno de ojos azulados claros y el otro de ojos verde mar, salieron del edificio de la compañía, el auto era una bestia, el conducirlo te provocaba un sentimiento de poder imparable, estaba equipado con la más alta tecnología, era e sueño de cualquier hombre

— Si que tú pretendiente no escatima en nada por ti, se ve que procura solo lo mejor de lo mejor para ti, debe amarte muchísimo — comentó Philips

Cómo Jan Pierre, siempre estaba de pleito con él, le respondió ambiguamente

— Supongo que si, ya sabes, ser irresistible ayuda mucho, soy un hombre muy consentido

—Si, pues creo que las cosas materiales no lo son todo, por qué eso no quiere decir que esté dispuesto a comprometerse en una relación contigo o que te conozca lo suficiente como para conquistarte

Jan Pierre, no dijo más, pero él sabía que Philips, tenía razón, los regalos costosos no significa am nada si el hombre lo engañaba a las primeras de cambio

— ¿A dónde vamos? es parece ser un vecindario para millonarios, ¿que hacemos aquí? — preguntó el asistente de Angelina

—Pasaremos a recoger unas cosas a mi departamento antes de seguir el recorrido — Philips, llegó hasta su mansión, no era tan enorme como la de Lucien, pero era grande y hermosa, la había comprado el mismo apenas comenzando a tener éxito en su carrera, no le importó gastar todos sus ahorros en esa bella casa, ahora ya los años pasaron y se había vuelto a hacer de un capital decente

— ¿Está.... esta es tu casa? habría jurado que vivías en el sótano de tus padres o en algún departamento de soltero, esos en los que tienes un solo cuarto

— Pues ya viste que no, no solamente tú pretendiente tiene buenas propiedades y buenos coches, vamos pasa a mi dulce hogar, estoy seguro que te va a gustar

Aunque Jan Pierre, se extraño un poco por las palabras de su asistente rival, lo siguió de todas formas, total todos sabían que estaba con él, su CEO Angelina y él CEO Black, ¿de que podía temer?

— ¿Quieres un vaso con agua en lo que encuentro lo que vinimos a buscar? no voy a drogarte para hacer con tu cuerpo lo que me plazca, gatito, no tengas miedo — Philips, le acercó un gran vaso con agua para que se lo bebiera

— ¿Miedo? ¿por qué lo tendría? no es como si te gustarán los hombres ¿cierto? — Jan Pierre, estaba convencido de que Philips, era heterosexual, se veía siempre tan masculino, tan varonil y tan... perfecto, eso lo pensaba Jan Pierre, mientras se terminaba el agua, sintió que se ahogaba con el último sorbo y comenzó a tocar, la palabra perfecto le rondaba por la cabeza

Para cuando Philips, regresó, Jan Pierre, ya estaba un poco mareado

— ¿Qué... que carajos le pusiste al agua? — eso fue lo último que dijo, cuando despertó estaba en la cama de Philips, atado con unas esposas en manos y pies

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