Castigado por su amor romance Capítulo 1775

Ella se sintió a la vez emotiva y conmovida. De ahí en adelante, era alguien que también tenía una familia y un ser querido: ¡su hijo!

“Jane, te has vuelto fuerte ahora. Estoy realmente feliz por ti”, dijo Sabrina desde el fondo de su corazón. Había estado muy preocupada por Jane, pero luego se sintió un poco más aliviada.

“Sabrina, suenas un poco cansada por el tono de tu voz. ¿Qué pasa contigo? ¿Estás enferma?". Si Sabrina no estuviera enferma, ciertamente estaría allí para Jane en un evento tan importante como el parto de Jane. En ese momento, Jane, quien acababa de mejorar un poco, estaba preocupada por Sabrina ahora.

Sabrina no respondió a Jane. Su rostro de repente se puso rojo. Cuando se había despertado temprano en la mañana, en realidad tenía unas manchas de sangre. Ella misma se dio un susto. Se dio la vuelta y vio que Sebastian no estaba a su lado. Él había estado saliendo temprano de la casa y llegando tarde a casa durante los últimos días. Sabrina miró esa mancha roja en la cama y no pudo evitar culparse a sí misma. Había sido demasiado caprichosa la noche anterior. Ella ya estaba en el último trimestre de su embarazo, pero todavía molestaba a Sebastian para que le diera más. Sebastian ya era extremadamente cuidadoso y se estaba conteniendo. Sin embargo, él aún así la lastimó accidentalmente. Ella realmente se lo había buscado.

Temprano en la mañana, aunque Sabrina tenía mucho miedo, no se atrevió a decírselo a Sebastian. Esto se debió a que Sebastian estaba demasiado ocupado, ya que tenía que administrar el Grupo Ford, también tenía que ayudar a administrar la compañía de su hermano, el Grupo Smith, y además de eso, todavía tenía que ocuparse de los asuntos de Alex. Por lo tanto, Sabrina llamó ella misma al doctor y dejó que él fuera a su casa. Ella tampoco se atrevió a moverse ni a salir de la cama.

Aino se sintió aún más feliz cuando escuchó que era la representante de su madre. “Tía Jane, voy a ser una adulta pronto. Puedo cuidar de ti y también puedo cuidar de mi Tía Hana. Tía Jane, puedo ir de tu sala a la sala de Tía Hana y luego regresar. Si no me crees, mírame”.

Mientras decía eso, Aino se dio la vuelta y salió corriendo. Corrió muy rápido, y antes de que las personas en la sala tuvieran la oportunidad de reaccionar a tiempo, Aino ya se había alejado. Sin embargo, tan pronto como dobló una esquina para salir de la sala de Jane, se topó con alguien. Esa persona sostuvo a Aino en sus brazos de un solo golpe y la miró directamente.