Castigado por su amor romance Capítulo 197

“Los abuelos de Leo son generosos donantes que patrocinaron más de doscientos mil dólares para este jardín de niños, son…”.

“Así que básicamente está diciendo...”, interrumpió Sabrina a la Señorita Wals, ligeramente irritada, “...que, si nos negamos a disculparnos, ¿a mi hija se le prohibirá seguir asistiendo a este jardín de niños?”.

“Me temo que…”. La Señorita Wals respondió mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. "Me temo que no será tan sencillo. Incluso si Aino se retira, tendrá que disculparse”.

“¿Por qué?”. Sabrina levantó la voz.

“Señora Scott, tiene que entender que su hija es la que golpeó primero a su compañero de clase”, dijo la Señorita Wals.

“¡Exijo ver las imágenes de seguridad!”. Sabrina estaba furiosa. En los últimos cinco años que llevaba en este país, nunca había causado ningún problema y se había dedicado a su trabajo. Podía parecer una persona sincera y veraz que estaba más que dispuesta a comprometerse, ¡pero lo único que no toleraría era que alguien intimidará a su hija!

“Si vemos las imágenes y realmente es culpa de mi hija, me disculparé”, prometió Sabrina con determinación en su voz.

“¡Las dos van a arrodillarse ahora mismo y a pedirnos disculpas, o me voy a asegurar de que no salgan de aquí en una pieza!”, espetó furioso con desprecio, mientras su esposa miraba con atención a su hijo, comprobando si había alguna otra herida.

Nadie parecía haberse dado cuenta de que Aino se había puesto de puntillas para situarse detrás del obeso y había hecho que su silla se apartara, justo a tiempo para que se volviera a sentar cuando terminara de gritar.

¡Bam! El hombre aterrizó en el suelo con tanta fuerza que solo pudo chillar de dolor. Sabrina no pudo evitar soltar una carcajada al verlo y se detuvo rápidamente. Miró fijamente a la pareja y a su hijo Leo con calma, y dijo: “Ahora que he comprobado las imágenes, todos sabemos que fue su hijo quien insultó verbalmente a mi hija primero. Un niño así no tiene ningún tipo de modales, así que le sugiero que se lo lleven a casa y se encarguen de enseñarle mejor. Mi hija no debería haberle pegado, así que yo haré lo mismo. Adiós”. Con eso, agarró la mano de su hija y se dio la vuelta para marcharse.