Resumo do capítulo Capítulo 201 de Castigado por su amor
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Después de la cena, Sabrina decidió pasar la noche revisando los planos de la construcción, mientras Zayn jugaba con Aino y le leía libros de cuentos. Los dos estaban encantados en su mutua compañía y Sabrina los miraba de vez en cuando, sintiendo que todo estaba bien en el mundo.
Al día siguiente, después del desayuno, Sabrina fue a discutir con Zayn.
“Voy a volver al jardín de niños de Aino para proceder a los trámites de su traslado y buscar otro jardín en otro lugar. Tal vez sea mejor mantener las distancias con gente como el Señor Sullivan, son demasiado poderosos para que nos arriesguemos a entrar en conflicto con ellos, será mejor que los evitemos por completo”.
“Por supuesto”, Zayn asintió con la cabeza.
Habiendo llegado a un consenso, Sabrina estaba a punto de salir cuando vio a dos hombres de pie fuera de las vallas y estaban a punto de llamar a la puerta. Los dos hombres iban vestidos con trajes formales y con maletines en las manos.
“Hola, ¿puedo ayudarles?”, preguntó Sabrina mientras abría la puerta.
“¿Hablamos con la Señora Scott?”, preguntó uno de los hombres. Sabrina asintió con la cabeza y él prosiguió: “Somos de la Compañía Nuevo Mundo, estamos aquí hoy para discutir la compensación por las lesiones del Señor Eli Sullivan. Incluyendo los gastos de su hospitalización, la medicación y la pérdida de ingresos debido a la lesión, el Señor Sullivan ha solicitado una cantidad total de cinco millones como compensación de su parte, Señora Scott.”
“¡¿Qué?!”. Sabrina ahogó un grito.
“Cinco millones, Señora”, repitió el abogado sin expresión en su rostro.
“¡También podrían pedirme la vida!”, replicó Sabrina.
“Señora Scott”, el abogado mantuvo la compostura y explicó con un tono neutro de negocios, “no es nuestra decisión como abogados la cantidad que pide nuestro cliente. Si considera que esta cantidad no es razonable, puede contratar a un abogado que la represente también, o puede optar por negociar directamente con el Señor Sullivan”.
“Bien, entonces negociaré con él. ¡Cinco millones! ¡Es ridículo!”, gritó Sabrina con frustración. Cuando los abogados se fueron, sacó su teléfono para llamar a Neil.
La madre de Leo, la Señora Sullivan también, miraba fijamente a Sabrina a través de las capas de piel gruesa de su rostro mientras le exigía: “¡Arrodíllate! Pero no te equivoques, incluso después de que te hayas arrodillado y te hayas disculpado, vas a tener que pagarnos cinco millones y, si no tienes el dinero, vas a tener que abandonar el país. Vamos a confiscar tu casa”.
“...”. Sabrina seguía guardando silencio ante los insultos que le lanzaban.
“No te vas a creer lo poderoso que es el amigo de papá”, Leo, que no era más que un niño de seis años, miró triunfante a Sabrina y se jactó: “¡Va a venir aquí a ver a mi padre más tarde, y te va a romper los sesos si no te arrodillas ahora mismo!”.
Justo cuando Leo terminó, se oyó una voz desde el exterior de la sala.
“¿Quién se atreve a intimidar a Leo? Ven a contárselo al tío”.
Sabrina se quedó helada al escuchar la voz de aquel hombre y murmuró: “¿Seb... Sebastian Ford?”.
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