Castigado por su amor romance Capítulo 204

Ante el majestuoso hombre, Aino, que nunca había tenido miedo, se inquietó por primera vez. Ya había visto a ese hombre en el computador de su madre, y ésta siempre sollozaba en silencio a altas horas de la noche cuando se quedaba sola mirando la foto de ese hombre. Para una niña de cinco años, Aino solo podía interpretar las lágrimas de su madre como resultado del miedo hacia el hombre, y era natural que una niña temiera lo que su madre temía. Asustada, Aino no se atrevió a responder y retrocedió unos pasos.

Leo, que estaba detrás de Sebastian, estaba cada vez más impaciente y gritó: “¡Tío Ford, mátala! Mata a Aino Scott”.

Justo cuando, tanto Zayn como Sabrina, estaban perplejos como ciervos en los faros, Aino parecía haber reunido finalmente el valor para hablar.

“¿Puedes dejar tranquila a mi mami?”, preguntó.

“¿Qué?”. Sebastian frunció el ceño, confundido.

“Mi mami te tiene miedo, siempre llora cuando te ve. Si sueltas a mi mami y a mi tío, dejaré que me mates”. Aino miró con nerviosismo a los ojos de Sebastian.

La niña de cinco años tenía la réplica exacta de los ojos negros de Sebastian y si alguien en las sucursales del Grupo Ford viera entrar a esta niña, muchos asumirían inmediatamente que Sebastian era su padre.

El Señor y la Señora Sullivan no se dieron cuenta del parecido simplemente porque estaban cegados por su ira, sus mentes estaban llenas de complots sobre cómo podrían obtener el dinero que querían de Sabrina, pero Kingston se había dado cuenta de todo.

“Señora Scott, vivimos en una sociedad civilizada, nadie aquí tiene derecho a quitarle la vida y eso me incluye a mí, por supuesto. Hoy solo estoy aquí para buscar justicia para mi amigo así que vamos a ello, ¿cuánto tiempo necesita para conseguir diez millones? ¿Tres días? ¿O quizás una semana?”, preguntó con calma.

“...”. Kingston lo miró sin palabras, mientras pensaba para sí mismo: ‘Amo, ¿qué demonios hace jugando la carta de la justicia a su propia familia? ¿Olvido lo preocupado que estuvo durante los últimos seis años cuando las busco por todas partes?’.

Por supuesto, Kingston se guardó su pensamiento para sí mismo, pues sabía que no tenía derecho a interferir o inmiscuirse en el asunto. Independientemente de lo que pensara, debía mantenerse en la misma línea que su amo y donde él se mantenía frío, Kingston solo podía conformarse con lo mismo.

“Pedirme diez millones es tan bueno como pedirme la vida. No lo tengo”. Sabrina miró a Sebastian con impotencia. “Como he dicho, mi hija y Zayn no tienen nada que ver con esto, por favor, déjenlos ir. Puedes matarme, ¡solo a mí!”.