Castigado por su amor romance Capítulo 218

“¿Y mi hija?”.

“¿Qué tan inocente es mi hija?”.

“¿No debería intentar luchar por mi hija y por mí misma cuando sabía que eras el padre de la niña de mi vientre hace seis años?”.

“Por supuesto, aunque supieras que la niña en mi vientre era tuya, también podías no quererla. Porque simplemente no tenemos sentimientos el uno por el otro. Si dejamos de lado el hecho de que no sabías que fui yo aquella noche, aunque supieras que fui yo, tal vez no necesitarías esperar hasta ahora, sino que me habrías matado hace mucho tiempo, ¿no?”.

“Digo todo esto ahora para decirte lo siguiente. Hace seis años, cuando según tú yo estaba causando estragos en Ciudad del Sur, simplemente me involucré inocentemente en tu círculo. Estaba atrapada entre ustedes, Nigel y la familia Lynn. Era como una broma para ustedes”.

“¿Qué había hecho mal exactamente?”.

“No seduje a Nigel, y tampoco tomé la iniciativa de acercarme a ustedes”.

“Sin embargo, todos ustedes jugaron conmigo hasta el punto de que perdí todo el sentido de la razón. Soy una chica huérfana y además estaba embarazada. Dígame, Señor Ford, ¿cómo pude causar una tormenta?”.

“Cuando usted, Señor Ford, se burla así de mí ahora, me hace sentir que usted es el fuerte y yo la débil. Si el fuerte quiere acusar al débil, ¡siempre podrá encontrar una excusa para eso!”.

“Si crees que soy una mujer barata que sedujo a muchos hombres, entonces lo soy”.

“¡No voy a huir más!”.

Justo después de que Sabrina dijera todo eso, se soltó del agarre de Sebastian. Al mismo tiempo que soltaba su mano, también perdió el equilibrio y casi se cae del tocador. Sin embargo, Sebastian reaccionó rápidamente y extendió su brazo para agarrar su pequeña y delgada cintura.

Volvió a cargarla y la ayudó a sentarse de nuevo en el tocador.

El hombre murmuró: “Hacía seis años que no te veía. Ahora si que sabes usar tu boquita. Ahora eres muy elocuente para discutir y defenderte”.

Eso le provocó una sensación especial e indescriptible.

La voz del hombre era aún más profunda y ronca. “¡La esencia del matrimonio es que estés junto a mí! ¡Y que hagamos lo que harían los esposos!”.

“¿Lo entiendes?”.

“No… no lo entiendo”. Ahora estaba nerviosa y confundida. Su corazón latía tan fuerte que casi sentía los latidos en la garganta.

“¿No lo entiendes? Entonces te enseñaré”. El hombre la levantó de repente, y con un giro, puso todo su cuerpo encima del tocador.

Sabrina dejó escapar un grito de sorpresa y sus manos lo empujaron inconscientemente. “Tú, ¿qué estás haciendo?”.