Castigado por su amor romance Capítulo 469

Él respondió llevándola a la sala de estudio con el brazo alrededor de ella. Fue a buscar una tarjeta en un cajón antes de entregársela. "Hay cinco millones, la clave es tu cumpleaños".

"Con cincuenta mil dólares es suficiente, no necesito tanto", murmuró Sabrina.

"Esto era para ti como forma de compensación", le explicó. La tarjeta era la que pretendía regalar a Sabrina, pero fue rechazada por ella hace seis años, tras el fallecimiento de su madre Grace Summer.

¿Compensación? ¿Era por la manipulación y el insulto que estaba a punto de sufrir a manos de Emma? ¿Le estaba pagando cinco millones por adelantado por su sufrimiento? 'No está tan mal, supongo', pensó Sabrina. 'Mientras lo soporte, los cinco millones son más que suficientes para que por fin pueda volver a visitar la tumba de mi madre. Lo que queda puede ser usado para muchas cosas, al menos Aino podría guardarlo como un seguro para su futuro'.

"De acuerdo". Tomó rápidamente la tarjeta y se dio la vuelta para marcharse.

Sebastian la jaló por detrás con sus brazos alrededor de su cintura y le susurró: "¿No me das las gracias por darte un regalo tan grande?".

Sabrina se recostó contra su pecho y murmuró: "Aino sigue jugando en la sala de juegos. ¿Por qué no vas a pasar un rato con ella? Yo iré a poner la tarjeta en un lugar seguro, y después de que Aino se duerma...". Su cara se sonrojó antes de poder terminar.

Sebastian sonrió y la acercó aún más por la cintura, dándole un breve beso en sus labios suaves como pétalos antes de dirigirse a la sala de juegos para hacer compañía a su hija.

Sabrina aprovechó el tiempo para responder a los mensajes de algunas madres del jardín de niños mientras Sebastian llevaba a Aino abajo a dar un paseo, y le escribió para decirle que mañana entregaría su parte de cincuenta mil dólares. Se disculpó por haber pasado por alto los mensajes y prometió revisarlos a tiempo en el futuro.

"¡Claro que lo sé!". Aino sonrió con confianza.

De repente, el teléfono de Sabrina sonó y cuando fue a responder, se encontró con que era un número desconocido. "¿Hola? ¿Quién es?", dijo al teléfono. Por el altavoz sonó una voz que a Sabrina le resultaba familiar y extraña a la vez.

"Sabrina, si te atreves a faltar al trabajo hoy, voy a perseguirte y sacarte a rastras de donde sea que te estés escondiendo. No me culpes entonces". La voz rezumaba arrogancia y el corazón de Sabrina se hundió inmediatamente.

"¿Eres... Emma Poole?".