Castigado por su amor romance Capítulo 77

Los fuertes brazos de Nigel la sostuvieron mientras la volvía a poner en el suelo. Su sonrisa traviesa permaneció en su rostro cuando dijo: "Solo porque dije que querías seducir a Shaw en el crucero y no vino a tu rescate, ¿comenzaste a odiarme?".

"No es así", dijo Sabrina sin rodeos.

Ella realmente no lo odiaba.

¿Qué relación tenía ella con Nigel?

¿Por qué ella lo odiaría? Sabrina era alguien que analizaba todo.

"¡Campesina! Déjame decirte que ese día tenías codicia en los ojos. Fuiste tú quien permitió que todos jugaran contigo. Nadie podría haberte salvado. Si yo lo hubiera hecho, me habría convertido en el enemigo de todos los jóvenes ricos de la Ciudad del Sur".

Nigel habló con franqueza a la cara de Sabrina, sin una pizca de compasión.

“Aparte de mi primo Sebastian, nadie podría haberte salvado. Además, era solo un juego. Según tu propio acuerdo con Mindy, ella te habría dado ese dinero al final. No tienes derecho a sentir que fue injusto".

Sabrina mantuvo la compostura. "Nigel, realmente no te odio".

“Entonces, ¿por qué estás luchando sola, llevando un saco tan grande todo el camino? Ni siquiera podías subir al autobús. ¿Por qué no me llamaste para que te llevará?", preguntó Nigel.

Sabrina se quedó sin palabras.

"¿No te dije antes que puedes buscarme si necesitas algo?". Las palabras de Nigel transmitían seguridad.

Sabrina bajó la cabeza.

Ella no supo qué decir. Su habilidad con las palabras no podía compararse con la de Nigel, ni quería crear problemas con él, pues podía usar su lengua elocuente para poner palabras en la boca de ella. Nigel solo estaba haciendo todo esto para entretenerse.

Sabrina necesitaba recordar que el hombre la había ayudado antes. Esto estaba bien.

"¡Entra!". Nigel ordenó asertivamente.

"Esta bien".

Sabrina se subió obedientemente al coche de Nigel.

Solo había sido 10 dólares por todo. E incluso incluía un camote.

Era dulce y suave, el tipo de camote que más le gustaba. Solo habían quedado unas pocas personas en la cafetería, por lo que la señora del mostrador le había dado una porción extra. Sentada entre las flores y comiendo camotes, Sabrina se sintió contenta.

Había algunas fibras en el camote que sacó con cuidado. Tenían manchas rojas granuladas, pero como no estaba dispuesta a tirarlas, se las comió.

"¿Es tan sabroso?", preguntó Nigel, apareciendo de repente sentado a su lado.

Sabrina dio un salto. "Tú... ¿No te habías ido?".

Había sido excesivamente frívolo cuando dejó a Sabrina antes. En el momento en que ella se bajó del coche, él se fue a toda velocidad sin siquiera decir adiós. Sin embargo, Sabrina estaba acostumbrada a ese tipo de comportamiento, por lo que no le importó.

No esperaba que él todavía estuviera cerca.

“Te traje aquí, obviamente necesito llevarte de regreso. ¿Cómo podría irme antes que tú? Pero quieres que sea como tú, dando muestras en medio de todo el polvo alrededor de este edificio semiacabado, y donde están taladrando por todos lados... ¡Solo tú puedes pensar en hacer eso!". Los labios de Nigel se curvaron cuando habló.