Castigado por su amor romance Capítulo 789

Ruth esbozó una sonrisa. Al ver que Ruth se encontraba mejor, Sabrina finalmente se sintió aliviada. Casi no estuvo en la oficina durante todo el día y se fue directamente a casa después de recoger a Aino. Al llegar a su área residencial, Sabrina miró a su alrededor en busca de aquellos ojos familiares. Pero, por más que buscó, no pudo encontrarlos. Sabrina regresó a casa con el corazón afligido y estuvo triste durante la cena y mientras jugaba con Aino.

Sebastian llegó a casa en ese momento. "¿Qué ocurre?".

Ella suspiró. "Sebastian, mi madre... ¿Crees que sigue viva?".

Sebastian no sabía qué decir. No estaba seguro de la respuesta, así que no quería darle falsas promesas. Solo la abrazó.

Esa noche, los dos se convirtieron en uno, y fue ella quien tomó la iniciativa la mayoría del tiempo. Además de eso, parecía muy ansiosa por tener otro hijo. Preguntaba constantemente: "Llevamos juntos unos meses, ¿cómo es posible que no ocurra nada con mi barriga?".

Le pellizcó la nariz juguetonamente. "¿Estás tan ansiosa por quedar embarazada de nuevo?".

"¿Eh?", preguntó de forma altanera. "No me viste en ese entonces, pero me veía muy bonita cuando tenía entre ocho y nueve meses de embarazo. Es una pena que te lo hayas perdido".

Si tenía que ser honesto, le encantaría verla embarazada, sin mencionar que quería experimentar la espera fuera de la sala de partos en el momento en que naciera su hijo. Sería un momento lleno de emoción. Al pensar en ello se volvió a acercar y ella estuvo muy a gusto con ello.

A la mañana siguiente, cuando se despertó, él ya no estaba acostado a su lado en la cama.

En los últimos días había estado muy ocupado, enfocado en apoderarse de Isla Estrella. Sabrina podía sentir la presión ya que el momento estaba cerca, pero ver la actitud fuerte del hombre le recordaba que debía apoyarlo. Tenía que demostrarle que podía cuidar de sí misma.

Sabrina abrazó a la pequeña y dijo: "Mami también piensa que esos ojos son muy gentiles. Ellos están cerca, mami traerá de regreso a la persona detrás de esos ojos algún día".

"¡Está bien!". Aino asintió alegremente.

Ambas estaban felices por comenzar un nuevo día, cuando de repente sonó el teléfono de Sabrina. Al principio pensó que era Ruth, pero cuando lo miró, se sorprendió al ver que era un número desconocido.

Ella contestó. "¿Hola?".

Inmediatamente, se escuchó una voz engreída del otro lado. "¡Sabrina, esta vez estás acabada!".