Castigado por su amor romance Capítulo 891

Aino estaba tan feliz que sus ojos brillaban. "¡Sí! ¡Por supuesto, estoy muy feliz!".

"Entonces, esperaremos pacientemente al Tío Zayn. Cuando su pierna esté mejor, vendrá a casa, ¿de acuerdo?". Sabrina consoló a Aino pacientemente.

Aino asintió obedientemente.

En realidad, Aino no era la única que extrañaba a Zayn.

Sabrina también lo extrañaba.

Eran una familia y se habían apoyado exclusivamente el uno al otro durante seis años, así que, ¿cómo no iba a extrañarlo?

"Mi hermano, él... ¿dijo... que me extrañaba?", preguntó Sabrina, con un nudo en la garganta.

Por su parte, Nigel respondió: "Tu hermano dijo que... aunque al principio fue él quien las guió a las dos mientras huían de Ciudad del Sur, durante los años que pasaron en el exilio, la mayoría del tiempo eras tú quien cuidaba de él. Se rompió la pierna cuando acababas de dar a luz a Aino. En aquel entonces, tuviste que cuidar de él y de Aino al mismo tiempo".

"Para comprarle algo de comida nutritiva, incluso vendías tu sangre por dinero. En ese entonces, Aino era una simple bebé, pero aun así fuiste a trabajar a una obra de construcción, haciendo trabajos pesados como un hombre. Todos los días, cuando regresabas a casa, estabas tan cansada que apenas tenías fuerzas para comer".

Al oír esto, Nigel tragó saliva y un sollozo apagó su voz.

Tras una breve pausa, finalmente continuó: "Pero aunque la vida era tan dura, le compraste una silla de ruedas con tu primer sueldo, y lo empujaste todos los días para que le diera la luz del sol. Tu hermano dijo que, aunque nunca habrá sentimientos románticos entre los dos, con una hermana como tú, que ha estado a su lado en las buenas y en las malas durante los últimos seis años, puede morir sin remordimientos".

"Dice que eres la mujer más leal que hay".

"Sabrina, te perdí hace tantos años".

"Me arrepentiré por el resto de mi vida de ello".

"Te lo ruego, ¿por favor?".

Por su parte, Nigel dijo complacido: "¡Te prometo que no me pasará nada! Se lo explicaré todo personalmente a mis padres".

"Lo siento, no debí haberte tratado tan mal hace un momento", dijo Sabrina con sinceridad. "Bien, ¿hay alguna razón por la que me llamaste hoy?".

Al otro lado, el tono de Nigel bajó repentinamente. "Por supuesto que la hay".

"¿Qué pasa?", preguntó Sabrina. "¿Son malas noticias?".

Nigel se burló: "¡Solo Dios sabe por qué ellos tienen tanta suerte!".

Sabrina preguntó instintivamente: "¿Quiénes?".