Castigado por su amor romance Capítulo 903

¡Fue una victoria fácil, sin duda!

Mientras Holden estaba inmerso en su victoria, repentinamente, un par de puños regordetes le dieron varios golpes en el muslo.

"Ouch…". Holden sujetó su muslo. Antes de que pudiera reaccionar, el poderoso par de pequeños puños le dio un puñetazo en el ojo izquierdo.

"Ay…".

Sabrina: "…".

Miró a su hija con preocupación y miedo. "¡Aino! ¡Él no es tu padre! Detente, bebé. ¡Escúchame, no le pegues!".

No sabía si Holden empujaría a Aino fuera del coche en un ataque de ira.

Si lo hacía, ella lo mataría, ¡aunque tuviera que morderlo hasta lograrlo!

Pensó que Aino la obedecería después de regañarla, nunca se imaginó que la niña era del tipo que se enfrentaba a los desafíos de esa forma.

Especialmente cuando estaban en peligro, aunque tenía miedo, siempre quería proteger a su madre. ¡Por eso nunca se dejó intimidar por el miedo!

Reprimió el sollozo que quería apoderarse de su voz y, en su lugar, actuó con rudeza mientras le gritaba a Holden con rabia: "¡Eres malo! ¡Eres un hombre grande y malvado! ¡Sé que puedes escucharme, aunque ahora parezcas un panda! Sé que no soy tan fuerte, pero, hombre malvado, ¡escúchame! Mi papi está justo detrás de ti, así que, si te atreves a golpear a mi mami, ¡mi papi te golpeará hasta que llores! ¡Ah!".

"¡Aino, no le digas que papi está aquí! ¡No lo hagas!", exclamó Sabrina con el corazón en la garganta.

Hasta ese momento, Holden solo sabía de ellas dos. En un principio, ella estaba feliz de que la presencia de Sebastian siguiera siendo un secreto, pero ahora, con la gran boca de su hija, hasta él estaba en peligro.

Sabrina deseaba tanto poder golpear a su hija.

Pero al ver la mirada aterrorizada y obstinada que tenía, Sabrina no pudo enojarse con ella.

Sostuvo a Aino en sus brazos y luego miró a Holden con calma.

"Holden Payne, ¿puedo pedirte un favor?".

"Sabrina, no tienes que rogarme. Si está dentro de mis posibilidades, haré cualquier cosa que me pidas". Holden la miró profundamente.

Sabrina dijo: "Mi esposo, nuestra hija y yo… ¡Queremos morir los tres juntos!".

"¡No!". Holden se puso furioso.

Pero en un momento como este, Sabrina no estaba de humor para prestar atención a todos esos detalles.

Observó cómo el coche entraba en los terrenos de la mansión y luego giraba a la derecha hasta llegar a un edificio individual en el lado este de la mansión.

El coche avanzó hasta detenerse. Un grupo de sirvientes esperaban afuera.

Holden se puso las gafas de sol nuevamente, y su expresión fue oscura y sombría cuando les dijo a los sirvientes: "Lleven a la Señora y a la pequeña princesa a la sala de estar para descansar".

"Sí, Amo Holden", dijo un sirviente respetuosamente.

Luego, uno de los sirvientes condujo a Sabrina y Aino a la sala de estar. Holden permaneció afuera. Luego, dio media vuelta y se fue.

La sala de estar de la casa donde Holden vivía era realmente lujosa, parecida al apartamento de Sebastian que estaba ubicado en el medio de Ciudad del Sur. El par madre-hija se sentó en el sofá con nerviosismo, sus vidas pendían de un hilo.

Justo en ese momento, se acordó de llamar a Sebastian.

Sacó su teléfono y estaba a punto de marcar cuando, de repente, se escuchó una voz aguda.

"¡Oye, Sabrina, cuánto tiempo sin verte!".