Cinco años sin amor: El día que decidí ser yo misma romance Capítulo 17

—Mi celular se quedó en su carro por accidente —explicó Camila.

—¿Eh? —La abogada de Eloísa se quedó pensando, buscando una explicación—. ¿Y tú dónde estás?

—Estoy en… —Camila dudó un momento y prefirió no decirle—. No te preocupes por mí, ya regreso en un rato.

—¿Pero qué pasó? —Eloísa insistió, cada vez más inquieta por la evasiva de Camila.

Camila ni siquiera sabía por dónde empezar.

—Es una historia larga, cuando llegue te cuento bien.

—Está bien —contestó Eloísa rápidamente—. ¿Quieres que vaya por ti?

—No es necesario, tú sigue con lo tuyo. Nos vemos al rato.

—Bueno —dijo Eloísa antes de colgar. Saber que Camila estaba bien le dio algo de tranquilidad.

Camila devolvió el teléfono a Martín con las mejillas ardiendo de vergüenza al recordar lo que había pasado la noche anterior.

—Señor Ferrer, siento mucho los problemas que le causé anoche. De verdad, lo lamento.

—Señorita Guevara, no es para tanto —respondió Martín, quitándole importancia.

—Me voy —dijo ella, a punto de levantarse.

—Por lo menos termina tu desayuno —insistió Martín, deteniéndola.

Camila casi le decía que no, pero Martín la interrumpió antes:

—Ni se te ocurra rechazarlo.

—Si vuelves a desmayarte en la calle, la próxima persona que te encuentre no necesariamente será alguien de confianza.

El mensaje era claro: si caía en manos equivocadas, las consecuencias podrían ser graves.

Aunque ya estaba casada, seguía siendo una mujer vulnerable.

Camila no pudo decir nada más. Se sentó y terminó la sopa de cebolla que Martín le había preparado. Su estómago, vacío desde la noche anterior, por fin sintió algo de alivio y calor.

De repente, una tristeza profunda la invadió. ¿En qué momento su vida se había convertido en esto?

Agachó la cabeza, sintiendo que los ojos se le humedecían.

—Señorita Guevara, ¿está bien? —Martín notó el temblor en su voz.

Camila negó con fuerza, tragando el nudo en la garganta.

—Señor Ferrer, en serio, no sé cómo agradecerle todo lo que ha hecho por mí.

Martín fingió ser muy serio:

—Cuando tengas tiempo, invítame a comer.

—Por supuesto —aceptó Camila sin dudar.

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