Leandro no podía hacerse el desentendido, pero tampoco intentó justificarse. Por su actitud, era evidente que aceptaba esa supuesta relación de “pareja”.
Camila, entendiendo la situación, se hizo a un lado para dejarles espacio suficiente y no interrumpirlos.
Desde el principio, Leandro solo quería llevar a Valentina a la subasta. Solo que, por consideración a su suegro, tuvo que preguntar por compromiso. Aunque Camila hubiera dicho que quería acompañarlo, él seguramente habría buscado cualquier pretexto para rechazarla.
No muy lejos de ahí, Brenda, la asistente de Valentina, enfocaba su cámara hacia Valentina y Leandro.
Valentina, por su parte, parecía querer bloquear la vista de Leandro, pero al mismo tiempo le dejaba a Brenda el ángulo perfecto para tomar la foto.
¿Acaso no quería que Leandro se diera cuenta?
...
—Señorita Guevara —una voz inesperada sacó a Camila de sus pensamientos.
Camila volteó hacia donde venía la voz y se sorprendió al ver a alguien conocido.
—¿Igor?
—Eres tú —Igor se acercó trotando, con una expresión de sorpresa y alegría—. ¿Qué haces aquí?
—Vine como voluntaria —respondió Camila.
—Yo también —Igor sintió que era una coincidencia especial y, sonriendo, agregó—: Llevo ya un buen rato de voluntario por aquí.
Las miradas de varias personas se posaron en ellos, incluso la de Leandro.
La expresión de Leandro, al mirar a Igor, era de claro disgusto. Otra vez él.
Otto, al revisar la hora, se animó a reunir al grupo.
—Señor Ortiz, señorita Gil, ya es hora de almorzar. Ya tengo todo listo, ¿vamos saliendo?
—Perfecto —Valentina aceptó encantada.
Igor ya había escuchado que hoy vendría un equipo de famosos, pero no imaginó que se trataría de Valentina. Al notar también la presencia de Leandro, pensó que Camila venía con ellos, así que no pudo evitar preguntar:
—Señorita Guevara, ¿vas a comer con el señor Ortiz y los demás?
—No, gracias —Camila contestó con firmeza.
A Igor aquello le vino de perlas.
—Entonces te llevo al comedor del colegio, ¿te parece?

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