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Cinco años sin amor: El día que decidí ser yo misma romance Capítulo 5

Al ver lo cercanos que estaban, Valentina fingió molestia y se quejó con voz coqueta:

—Ay, me duele mucho el brazo.

El personal, visiblemente nervioso, se acercó de inmediato.

—Se le puso rojo, ojalá no se le hinche. Hay que atenderlo cuanto antes, si no podría afectar la grabación.

Al escuchar eso, Leandro dejó ver una expresión seria, soltó despacio la mano de Camila y caminó hacia Valentina.

—Vamos a mi oficina, ahí podemos atenderlo.

Sin importarle las miradas, la llevó directo a su despacho.

Camila bajó la vista hacia su muñeca, marcada por la fuerza con la que él la había sujetado. Una mueca amarga se dibujó en sus labios y, sin hacer ruido, salió del lugar.

Todavía tenía el informe de renuncia sin entregar. Ir a la oficina de Leandro justo ahora no le parecía nada apropiado.

Así que optó por regresar a su propia oficina. Al entrar, notó que todos sus compañeros ya estaban ahí.

Iris, la asistente, se acercó y le entregó una carpeta.

—Señorita Guevara, aquí tiene los comprobantes que el jefe mandó ayer en la tarde. Ya revisé las cuentas.

—Parece que anda apurado. Como usted pidió permiso ayer, me encargó que hoy temprano se los entregara para que los firme.

—Entiendo —respondió Camila, tomando la carpeta.

Al revisar los documentos, vio que eran facturas de la renta de varias salas de cine, junto con los cálculos hechos por la asistente de finanzas.

La suma total era de ciento veinticinco mil pesos.

Para Leandro, esa cantidad no era nada, pero aun así prefirió que la empresa cubriera el gasto.

Recordó sus palabras de la noche anterior: “es lo justo”. ¿Y ella, una simple gerente financiera, qué derecho tenía de oponerse?

Mientras tanto, los compañeros cuchicheaban entre sí.

—Valentina anda grabando el video promocional en la compañía. ¿Creen que venga para acá, a Finanzas?

—No creo, la oficina de Finanzas no es de libre acceso.

—Dicen que el jefe no se separa de ella.

Iris también se metió en la conversación.

—Si no supiera que nuestro jefe ya está casado, hasta pensaría que Valentina es su novia.

En esa empresa, las mujeres veían a Leandro como el hombre perfecto. ¿Qué pasaría si comenzaban a circular rumores de infidelidad? Tal vez la imagen idealizada que tenían de él se rompería para siempre.

Camila sintió una mezcla de tristeza e ironía.

Salió de la oficina, mientras las compañeras no podían evitar hablar en voz baja a sus espaldas.

—¿Qué le pasó a la señorita Guevara?

—Desde que entré a la empresa, nunca la he visto pedir permiso.

—Ya ves, ayer se fue temprano y hoy otra vez.

—Aunque la verdad sí se le nota mala cara.

...

Después de pasar la noche entera sin dormir y con el problema en los ojos, Camila sentía la cabeza pesada y un dolor punzante en los párpados.

Como ya había dejado la casa donde vivían juntos, no tenía a dónde ir. No le quedó otra que llamar por teléfono a Eloísa y pedirle quedarse en su departamento un tiempo, en lo que encontraba un lugar propio.

...

Cerca del mediodía, por fin terminó la grabación del video promocional.

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