-Lamento haberte despertado, Isabella- no sabía si eran solo ideas suyas, pero su voz ronca la hizo estremecer internamente, hasta las profundidades de sus cimientos, cuando él le hablaba sus sentidos adormecidos despertaban, volvían a la vida con furia, deseos anhelantes de ser saciados.
-Yo. . . ehh. . . .Excelencia- dijo al fin, acomodándose su bata de seda y su cabello- Yo. . .
-No quería despertarte, solo me gusta verte dormir- declaró sin apartar los ojos de ella, ni por un instante.
-¿Le gusta verme dormir?- le preguntó sorprendida, de no haberlo notado antes- ¿lo hace a menudo?
-No tanto como quisiera- confiesa apenado- pero lo cierto es que en ocasiones no puedo resistir la tentación y termino por venir a verte. Duermes como un ángel, me da paz apreciarte. Te pido me disculpes, porque sé que violo tu privacidad, pero. . . no puedo resistirme- declaró sintiéndose vulnerable.
Isabella sintió que sus oscuros ojos le quemaban. Se giró hacia la mesa de noche, y se sirvió un vaso con agua, el cual ingirió rápidamente, luego se giró nuevamente y se quedó observando al Jeque y a sus profundos ojos, su corazón golpeaba con violencia contra su pecho, su respiración se volvía agitada y su cabeza daba vueltas.
-Yo. . . yo, nunca lo había notado- dijo con voz temblorosa.
-Eso quiere decir que soy sigiloso, es bueno. En el desierto es una habilidad apreciada- sonrió y el femenino corazón dió otro vuelco.
-Sí. . . nunca antes le había sentido venir, Excelencia- Isabella, salió de la cama y caminó hasta sentarse junto a él. Allí en túnica solamente, se veía increíblemente atractivo- ¿pudo resolver los asuntos que reclamaban su atención?
-Afortunadamente sí, era muy delicado, pero logré solventarlo. Hay quienes no me quieren en el gobierno, Isabella. Creen que soy joven, incompetente, inexperto y que no podré manejar el país- su voz se endureció, perdiendo toda calidez.
-Es difícil para algunos acostumbrarse a los cambios, Excelencia, pero estoy segura de que usted podrá manejarlo muy bien, estoy segura de que verán en su trabajo todo lo que ama a Norusakistan.
-Es que son cuestiones por ambición, y la ambición no permite hacer reflexionar a las personas, los ciega completamente.
-Pero con su ejemplo mostrará al pueblo Norusakistan , que es usted el Soberano adecuado- El Jeque suspiró con pesadez. Isabella, lo vio tan preocupado y afligido- hoy tomé unas fotografías excelentes- le dijo en tono animado para cambiar el ambiente.
-¿Si?- le preguntó él con una deslumbrante sonrisa que le hizo temblar las piernas, si no hubiese estado sentada junto a él, seguramente se hubiese caído al suelo.
-Magnificas. Su primo me acompañó, la fachada sale maravillosa con el sol y. . .
-¿Saliste de Palacio?- su frente estaba fruncida y su sonrisa se había desvanecido, la asustó ese cambio tan radical.
-Yo. . . pues sí Excelencia, pero no salí sola. Su primo me acompañó.
-Sé que sonará mal Isabella, pero salir con mi primo es peor que salir sola.
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