-¡Qué visita tan inesperada!- la voz del Príncipe, inundó el salón.
-Y agradable, supongo- respondió la mujer girándose hacia él con una gran sonrisa.
Era una mujer extremadamente hermosa; ojos oscuro, larga cabellera azabache, linda figura, sus rasgos orientales la hacían lucir exótica y muy sensual.
-Cuánto tiempo sin verte, Zahra- la voz del Jeque, estaba cargada de asombro.
-Hubiese querido venir antes, cariño, pero me compliqué.- se disculpó. Luego se giró hacia Isabella- Hola- La saludó- mi nombre como ya habrás escuchado, es Zahra. ¿Estás de visita en Palacio?
-Mucho gusto. Mi nombre es Isabella Stone- le dijo intentando aparentar serenidad- así es, soy invitada de su Excelencia- miró a Zabdiel, directamente a los ojos y él le regaló una hermosa sonrisa que le devolvió un poco de tranquilidad.
No debía olvidar que él la había escogido a ella, a pesar de tener a muchas a su disposición, él la había escogido a ella para ser su esposa, y ella había aceptado. Al día siguiente toda la familia sabría de su compromiso, y pronto toda la nación.
Muy pronto nada se interpondría entre ella y su hermoso hombre de ojos oscuros.
-Su Excelencia, siempre ha sido muy generoso- depositó un beso en su mejilla lo que produjo en Isabella, unas intensas ganas de arrancarle la estúpida sonrisa de su rostro.
Nunca había sido violenta, pero la verdad es que esa mujer no le gustaba para nada.
-¿Tú no dices nada, tía?- le preguntó mirando a Hayffa, quién se encontraba en silencio y con el ceño un poco fruncido.
¿Tía?, pensó Isabella confundida. Entonces, ¿aquella mujer era prima del Jeque?
-Es bueno verte, Zahra- caminó hasta ella y la abrazó.- que Alá bendiga tu estadía en Palacio. ¿Cómo están tus padres?
-Muy bien- le dedicó una gran sonrisa- Madre como siempre muriendo de amor por mi padre, y él concentrado en lo que le gusta. Así que digamos que son felices.
-Eso es bueno. ¿Cómo está Zashenka?
-Mi hermanita está muy bien. En estos momentos está de viaje a Francia, con la hermana de mi madre. Ya sabes que no le agrado mucho y que Zashenka, siempre ha sido su favorita, ella es feliz con la tía.
-Cada una encuentra la felicidad de manera diferente.
-Así es, tía- le sonrió- lo importante es ser feliz- le dedicó una extraña mirada a Zabdiel, que hizo enfurecer a Isabella. Si era su prima, ¿por qué le miraba de aquella forma?
-Estábamos por desayunar- intervino Hayffa- nos encantaría que nos acompañaras, Zahra.
-Un placer, querida tía.
El desayuno fue entretenido y lleno de mucha conversación. Fue allí cuando descubrió que la madre de Zahra, era hermana menor del antiguo Jeque; el padre de Zabdiel y Zahir, y hermana también del padre de Esquizbel. Descubrió que esta chica siempre había sido muy unida a los hermanos y que sus padres "soñaban con que Zabdiel y ella se casaran para afianzar los legados familiares", según ella, "Verlos casados hubiese sido el mayor sueño del antiguo Jeque".
Zabdiel no dijo nada, pero su expresión mostraba claramente que no le gustaba todo lo que su prima estaba diciendo. Ella no paraba de hablar y reír, además de hacer muchas preguntas a Isabella, preguntas que no parecían muy corteses.
Al final del desayuno, El Jeque, pidió que la cena del próximo día fuese muy especial, puesto que tenía una noticia que compartir con la familia. Isabella, casi había gritado de felicidad.
Él anunciaría su compromiso.
Después del desayuno, todos pasaron a un salón para compartir unas infusiones aromáticas de jazmín con miel, era una bebida casi mágica, con la cual Isabella quedó encantada.
Para ella no pasó desapercibido el hecho de que la "prima" del Jeque, no perdía oportunidad de rozarlo deliberadamente. Lo besaba en la mejilla, acariciaba sus manos, tocaba su brazo, y sin poder evitarlo Isabella, estaba muy enojada, quería dejarle claro a aquella mujer que El Jeque ya tenía dueña, porque él le había asegurado que era completamente suyo. Sin embargo, se obligó a esperar, durante la cena del siguiente día, todo quedaría aclarado.
-Qué cabello tan. . . diferente, tiene usted, Isabella- le dijo con tono reprobatorio. Isabella, iba a responder cuándo Zabdiel, lo hizo por ella.
-Maravillosamente diferente, es único y muy bonito. Sus destellos rojizos parecen reflejar el sol de Norusakistan- le dedicó a Isabella, una enorme sonrisa.
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