(COMPLETO) EL CALOR DEL ORIENTE romance Capítulo 20

-Buenas noches Nazir. Yo. . .yo quisiera ver al Jeque.

-Por supuesto, señorita. Se hizo a un lado e Isabella, llamó con algo de timidez.

-Adelante- la voz del Jeque se hizo escuchar. Isabella, entró con rapidez, y lo encontró envuelto en una hermosa túnica dorada y el cabello aún húmedo- Isabella, que grata sorpresa, amada mía- le dijo con una gran sonrisa e Isabella, se estremeció, cada vez que la llamaba de forma cariñosa, la hacía conmover.

Caminó hasta él y lo abrazó, aferrándose a él con fuerza.

-Pensé que vendrías a mis habitaciones.

-Ese era mi pensar, pero aún es temprano, no quería que el servicio me viera.

-A mí me ha importado muy poco la opinión del servicio- lo miró y acarició aquel hermoso rostro masculino- solo quería verte- El Jeque, sonrío con ternura.

-¿Por qué tus ojos están llenos de turbación, Mi Isabella?, ¿Qué te agobia?- demandó saber, a la vez que depositaba un tierno beso en su frente.

-Zahra. . . ella es la que me agobia- reconoció ruborizada- la he visto, no se ha apartado de ti en toda la cena Zabdiel, te mira con adoración- quiso sollozar.

-Los únicos ojos en los que me interesa ver adoración, es el los tuyos, en los de nadie más. No importa cómo se comporte Zahra, mañana todo quedará claro, tanto para ella como para todos- acarició su cabello- no deseo que te sientas insegura mi amor, no hay motivo alguno- dejó un suave beso sobre aquellos temblorosos y sensuales labios- te juro que mi cabeza solo está llena de ti mujer, solo de ti; de tus ojos, tu cabellos, tu cuerpo- su voz era extremadamente sexy- de tus besos, tus caricias, esas que anhelo con desesperación y que mi cuerpo pide a gritos. Jamás pensé que podría sentirme así, Isabella.

-Ni yo. No pensé que Norusakistan me deparara un futuro a tu lado- sus ojos se añejaron en lágrimas- no pensé poder ser tan feliz, Zabdiel- le acarició el mentón- he vivido toda mi vida intentando llenar un vacío en mi vida, sintiendo que algo me faltaba, que estaba incompleta. . . eres tú, lo único que necesito; eres tú- le aseguró y no pudo evitar que una tímida lágrima resbalara de sus ojos. Zabdiel, la secó con ternura.

-Tu eres mi complemento mujer, mi habibi, bendigo a Alá eternamente por entregarme la dicha de tenerte- reclamó sus labios en un tierno beso, demostrando cuánto amor había en él para ella, sus cuerpos se estremecieron, sintiendo la llama del amor y la pasión dentro de sus seres- no te imaginas todo lo que siento por ti Isabella. . . mí Isabella- le susurró junto a los labios.

-Gracias- dijo ella.

-¿Por qué?- le preguntó asombrado.

-Por darme la oportunidad de ser feliz a tu lado.

-Es a ti a quien debo agradecer- recorrió el contorno de sus labios con la yema de los dedos- ahora debes marcharte mi amor, no debes permanecer más aquí o daremos de qué hablar- sonrió pícaramente- si tengo suerte, te veré dormir esta noche.

Isabella se ruborizó, dejó un rápido beso en sus labios y salió de la habitación rápidamente, dejándolo con una gran sonrisa.

Nada más salir de la habitación, se topó con la mirada de Zahra, la cual se volvió fría y hostil. La miró de arriba a abajo de forma reprobatoria, cómo queriendo acusarla de algo.

-Señorita Zahra, que gusto verla.

-Lo mismo digo, señorita Isabella- le sonrió, con la sonrisa más falsa que Isabella había visto nunca- no sabía que visitaba los aposentos del Jeque.

-¡Oh, sí!- aparentó despreocupación- lo hago de vez en cuando- la vio tensar la mandíbula y sonrió- ¿y usted, se le ofrece algo?

-Vengo a hablar con su Majestad- dijo estirando orgullosamente su estatura.

-Eso no será posible- Zahra, la miró con desprecio mal disimulado- El Jeque ha pedido que no se le moleste.

-Yo no molesto- le dijo indignada- es mi primo, seguramente no se negará a recibirme.

-Le digo señorita, que mando a informarle a Nazir, que no se le molestara, pues tiene como propósito descansar de su largo y agotador día, al parecer algunas compañías le agobian- Zahra, tensó las manos, queriendo abofetearla. Nazir, observó la escena en silencio- es una orden de su majestad Nazir, cero visitas.

-Muy bien señorita, así será- Zahra, la miró iracunda.

-Nazir, déjame pasar.

-Lo lamento señorita, pero no será posible.

-¡Nazir!- susurró amenazante- no puedes impedirme la entrada- le aseguró.

-Su Majestad, El Jeque, ha dado una orden. Le pido se retire a sus aposentos, mañana podrá hablar con su Excelencia.

-¡Nazir!- repitió furiosa, pero sin elevar el tono de voz.

-Lo siento, pero no podrá ser- Una enojada Zahra, miró a Isabella, quién sonrió de forma inocente.

-Buenas noches- dijo y se giró para marcharse, a la vez que Zahra, salía en dirección a su propia habitación.

Había dado unos pasos, cuando se topó de frente con El Príncipe.

-Alteza, buenas noches- le saludó.

-Buenas noches Isabella, le hacía en sus aposentos descansando del largo día.

-Justa. . . justamente allá voy- dijo ruborizada.

-¿Y de dónde viene?- preguntó él con una pícara sonrisa.

¡Maldición!

¡Por Alá!, como dirían ellos, ¿Todo el mundo la vería salir de la habitación del Jeque?

Nazir. . . Zahra. . .y ahora El Príncipe Zahir, solo faltaba cruzarse a Hayffa.

-Yo. . . yo. . .- no sabía que responder.

-Supongo que de ver a Su Excelencia- le dijo con una sonrisa burlona- ya que vienes justo de esa dirección, y hacia allá, solo quedan los aposentos de mi hermano.

¡Maldición!

Isabella, podría jurar que estaba ruborizada hasta la raíz del cabello.

-Solo. . .daba un paseo, Alteza.

-¡Ya lo puedo imaginar!- Zahir rió.

-Si me disculpa me retiro.

-Dulces sueños Isabella. . . Dulces sueños.

Durante el desayuno Zahra, se mostró dulce y atenta con Isabella, esta última la miraba extrañada. ¿Se le había pasado el enfado de la noche anterior?, al parecer sí. Le sonreía amablemente y la involucraba en la conversación.

-Madre- la voz de Zabdiel, reclamó atención- recuerda anunciar que preparen una cena maravillosa, esta noche quiero compartir algunos anuncios con ustedes.

-No lo he olvidado hijo, ya di la orden. La verdad es que me tienes con ansias, a la espera de lo que podrás decir.

-Son cosas importantes, pero no quiero adelantar nada. Tengo algunos asuntos que atender hoy, asuntos que reclaman toda mi atención, pero volveré para la tarde, estaré aquí antes de la cena.

-Muy bien, Excelencia- le dijo su madre.

-Ahora me retiro. Buen día. - beso la frente de su madre, la mejilla de Isabella y la mano de Zahra, quien no quedó contenta. Había besado la mejilla de Isabella y a ella le besaba la mano, era una clara diferencia que la enardecia. Se acercó a su hermano y le encargó el cuidado del trío de mujeres.

-Le acompañaré a la salida, Excelencia. Hay asuntos que quiero tratar con usted.

-Bien- fue lo único que dijo antes de comenzar a caminar con ella a su lado.

Isabella, se quedó temblando de ira. Hubiese querido golpear a Zahra, pero se recordó que no había motivos. Zabdiel la amaba, y todos se enterarían esa noche.

-¿Cómo dormiste, querido primo?- la voz de Zahra, era empalagosa.

-Muy bien- le dijo llanamente- ¿y tú?

-Oh, bien. Aunque me quedé preocupada y un poco triste.

-¿Debido a qué?- El Jeque, frunció el ceño.

-Fui a buscarte a tus aposentos. Me encontré con Isabella- Zabdiel se tensó- pensaba verte pero ella le aseguró a Nazir, que habías dado la orden de no ser interrumpido, debido a que anhelabas descansar y por más que lo intenté, Nazir, no me dejó pasar.

Zabdiel, hubiese querido reír.

¡Qué astuta era Isabella!

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