(COMPLETO) EL CALOR DEL ORIENTE romance Capítulo 22

-¿QUÉ DICES?- la siento temblar en mis manos y sé que se debe a esta faceta desconocida para todos- ¿ CÓMO QUE LA TIENEN LOS BÁRBAROS?

-Si- me dice y comienza a llorar- salíamos de la tienda y escuchamos un. . . un revuelo, la gente corría de un lado a otro y. . . – comenzó a sollozar.

-¿Y QUÉ?- gritó asustándola.

-Y llegaron hasta nosotros, nos golpearon, los guardias intentaron defendernos pero eran más de veinte hombres Zabdiel. . . –gimió- uno de ellos le dijo a Isabella que. . .que tenía un hermoso cabello, que era una preciosura y que. . . sería una mercancía bien pagada.

-¡MALDITA SEA!- gritó a todo pulmón y mi madre gime nuevamente- ¡LOS MATARÉ, JURO QUE LOS MATARÉ CON MIS MANOS SI LE TOCAN, POR ALÁ QUE LO HARÉ!

-Zabdiel, deberías. . . – la voz de Zahir, llega hasta mí, pero

-¿QUÉ MÁS, ZAHRA?

-Me golpearon Zabdiel- gime- a ella también, solo sé que se desmayó, yo pude escapar de milagro- solloza- casi me atrapan nuevamente, tuve que salir huyendo, sino ahora mismo estaríamos las dos expuestas a ellos. Los vi alejarse con Isabella, sobre el lomo de un caballo.- la suelto y cae sobre una silla, tiene que sostenerse para evitar caer nuevamente al suelo.

-¿Y los guardias?, ¿Dónde están?- pregunto ahora con un susurro amenazante.

-Creo que. . . creo que muertos, yo. . . estaban sobre el suelo y tenían mucha sangre.

-Juro que si la tocan, se freirán bajo el sol de Norusakistan, los dejaré en el desierto atados para que se los coman las bestias o mueran congelados. ¡HAIMIR!

-Si, Majestad- responde el aludido, con semblante serio y preocupado.

-Pide que preparen las tropas.

-¿Las tropas, señor?- me pregunta con ojos enormes- ¿Completas?

-Sí. . .No.- respiro agitado, intenta do mantener un poco de cordura- pide que se alisten tres escuadrones de treinta hombres cada uno, y que se preparen a pasar la noche en el desierto si es necesario, no volveré sin Isabella.

-Si, Excelencia- dicho aquello se marcha.

-Zahir- miro a mi hermano con furia- igualmente me debes una conversación, puse a Isabella en tus manos, la confié a ti y me fallaste- El Príncipe, bajó la mirada al suelo.

-Zabdiel, yo. . .

-No quiero más explicaciones. No hay tiempo que perder, la vida de Isabella está en juego, tú vienes conmigo.

Ambos se marcharon sin decir nada, dejaron a ambas mujeres en silencio, sin saber qué decir o qué hacer.

Hayffa, estaba profundamente preocupada, nunca, desde que diera a luz a su hijo lo había visto en un estado semejante. Zahir, era diferente, más compulsivo, se airaba con mayor facilidad. Pero. . .ver a Zabdiel en ese estado, él que siempre había sido pacífico y compasivo. . .aquello le asustaba.

Zahra, por su parte no sabía qué pensar. Todo había salido muy bien. Bueno, a medias. A ella la habían golpeado y Zabdiel, parecía querer desollar a quien se llevó a su adorada Isabella. Porque ahora si no había dudas, El Jeque, estaba enamorado de la insípida rosa inglesa.

-Debo salir.- dijo mirando a su tía política.

-¿Estás loca?- Hayffa, la miró horrorizada.

-No tía. Debo salir, iré. . . iré a pedirle ayuda a Esquizbel, él conoce a muchas personas en el desierto y es amigo de muchos bárbaros, quizás. . .quizás él sepa dónde buscar- Hayffa, pensó que no era una idea tan descabellada, sin embargo la idea loca, era pensar que Zahra, quisiera salir de Palacio, acabando de pasar por todo aquello.

-No creo que deberías. . .

-Volveré pronto- salió apresurada, haciendo caso omiso a los llamados de Hayffa.

Esquizbel. . .

-Vamos Meishaleth, bebe una copa conmigo- le dijo a su hombre de confianza- hoy ha sido un día estupendo, he dado un paso más para conquistar mis objetivos.- levantó la copa en señal de brindis y luego ingirió un poco.

-¡Tengo que hablar contigo!- la voz de mi prima reclama mi atención. Viene seguida de la chica del servicio. A quién hago una seña para que se retire.

-A ver querida prima. Qué aspecto tan horrible traes- le digo con sorna.

-¡Eres un idiota!- se acerca a mí y me golpea en el hombro- los salvajes tuyos me golpearon, me halaron del cabello- gimió- ¡mira nada más cómo me dejaron!

-Pero valió la pena, primita. Se cumplió el objetivo- me río de ella.

-¡No me importa!, ¡casi me matan!

-No exageres Zahra, por favor. ¿cómo pensabas que " su Majestad, el Jeque" creería tu historia si llegabas ilesa a Palacio?

-¡Aún así! Me golpearon muy fuerte.

-Y corriste con suerte. Según me han informado, uno de los de mayor rango se vio tentado a raptarte a ti también, dice que le gustaste demasiado y que la vida en el desierto sería más. . . placentera a tu lado.

-¡Qué ni se atreva!- gime horrorizada.

-Le has encantado primita. ¿Y a quién no?, eres una mujer sumamente hermosa

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