Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 133

Sin esperar a que Angélica se preguntara, la voz de Martín sonó de nuevo.

—Estuviste a punto de ser expulsada de este proyecto, ¿no te pareció extraño? Si hoy no hubieras tenido una segunda copia de seguridad, no te habría mantenido.

—El diseñador jefe Martín sabe separar lo personal de lo profesional, lo entiendo, y nunca esperé que me ayudaras en algo —dijo Angélica con calma.

Luego, recordando sus sospechas, agregó: —Creo que fue Sonia, probablemente manipuló mi computadora en la Oficina de diseño arquitectónico Ciudad Oceánica.

Desde el otro lado, se oyó un sonido de clic, como el de un encendedor.

Martín dejó escapar un "oh" de asombro, elevando el tono de voz, como si estuviera sorprendido: —¿Por qué?

Sonia era su jefa y, habiendo estado en la compañía solo unos días, ya estaba siendo objeto de su antagonismo y trampas.

Angélica no encontraba otra explicación plausible y dijo con resignación: —Ella está interesada en ti y me ve como una enemiga.

—¿Por qué? —Otra vez esa pregunta.

Ella respondió: —¿Qué "por qué"?

Martín insistió: —¿Por qué te ve como una enemiga?

Angélica pensó que su lógica era muy extraña, ¿acaso no debería sorprenderse de que Sonia estuviera interesada en él?

—Quizás aquel día que me ayudaste en su oficina, ella malinterpretó la situación.

—¿Crees que fue un malentendido?— preguntó Martín a la inversa.

Angélica afirmó: —Si no es un malentendido, ¿entonces qué más podría ser?

Hubo un silencio momentáneo del otro lado, y la voz de Martín se enfrió notablemente: —No fue Sonia.

—¿Eh?

Angélica procesó la respuesta y comprendió que él decía que no había sido Sonia quien manipuló su computadora.

—Nadie en la Oficina de diseño arquitectónico Ciudad Oceánica tocó tus cosas.

Martín había revisado las cámaras de seguridad después de la reunión de ese día; durante el tiempo que Angélica estuvo fuera, su mochila con el computador permaneció en su asiento sin ser tocada por nadie.

Angélica quedó confundida.

—Piénsalo bien, ¿quién más podría haber tenido acceso a tus cosas y saber que tenías una memoria USB en tu bolso? —dijo sin esperar respuesta.

Martín colgó.

...

Tres días después, finalmente encontraron a un testigo para el caso de Wálter.

Alguien confirmó que él no había participado en la pelea, solo había intentado mediar y tuvo la mala suerte de recibir un par de golpes.

Una vez esclarecida la verdad, Wálter quedó desvinculado del incidente.

Don Octavio, sereno y bondadoso, al ver a Eleazar pareció recordar a un viejo amigo, afirmó que se sentía mucho mejor y también se preocupó por la salud de él.

—Usted también ha envejecido, debe cuidarse.

—Sí, tiene usted razón —dijo Eleazar—. Con Angélica aquí para acompañarlo, me siento tranquilo. Puede tratarla como a su propia nieta, dejarla hacer cualquier trabajo.

—Oh, nosotros no tenemos tal privilegio.

Apenas Eleazar terminó de hablar, la voz de la señora Sheila resonó: —Debemos respetarla adecuadamente, si ella se siente ofendida algún día, se enfadará.

—Señora Sheila, usted sí que sabe bromear, nuestra Angélica es muy consciente de las buenas maneras y también respeta a los mayores y a sus padres.

Eleazar comentó con una risa, como si no hubiera entendido el comentario.

—Bueno, eso no lo he notado, pero tampoco se acerque demasiado, su hija aún no se ha casado en nuestra familia.

El rostro de Eleazar cambió de color, él sabía que la madre de Daniel menospreciaba a la familia Solano, por eso sus palabras eran sarcásticas.

—Aunque aún no están casados, está por suceder —Luego, volviéndose hacia don Octavio, dijo—: Esta visita es especialmente para hablar con usted sobre el matrimonio de Angélica y Daniel, para ver qué más necesitamos preparar de nuestro lado.

Angélica frunció el ceño. —Papá, abuelo todavía no se ha recuperado completamente, mejor no hablemos de esto ahora.

Eleazar se puso serio: —La boda entre la familia Herrera y la familia Solano será el centro de todas las miradas, faltan solo dos semanas, por supuesto que tenemos que estar bien preparados.

En ese momento, una figura alta entró por la puerta.