Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 19

Brisa soñaba con ser la prometida de Daniel.

Ella deseaba confesarlo públicamente.

Sin embargo, Daniel jamás lo permitiría; no toleraba que ella lo desafiara.

Consiguió un empleo en Grupo Herrera tras una discusión, únicamente para acompañarlo al cumpleaños de Angélica, lo que la irritaba profundamente.

Daniel consintió, aunque la advirtió que moderara su habla.

Al observar a Angélica, Brisa notó una sonrisa burlona en sus labios.

Se indignó.

¿Cómo podía esa mujer, que había capturado a Daniel, casarse en la familia Herrera?

—No especulen; sería perjudicial si el presidente Daniel lo escuchara.

Aunque parecía una negativa, el rostro de Brisa todavía reflejaba timidez, y los dos que estaban junto a ella lo comprendieron de inmediato.

—Lo entendemos, no diremos nada. Señorita Brisa, contamos con su ayuda en el futuro.

Angélica soltó una carcajada, sorprendida de que Brisa permitiera que otros malinterpretaran la situación.

¿No le preocupaba que el rumor alcanzara realmente a Daniel?

Sin embargo, probablemente a él no le importaría; siempre se preocupaba más por Brisa.

—Secretaria Angélica, ¿de qué se ríe?— Una colega notó la sonrisa en sus labios y preguntó con curiosidad.

Angélica alzó la vista, encontrándose con la mirada tensa de Brisa.

—Nada, estaba pensando en una película que recién vi, con una actriz que actuaba muy bien.

—¿Qué película? ¿Es buena?

—Es un drama familiar excelente, donde una sobrina termina con su tío comprometido.

La colega abrió los ojos de par en par, como si fuera una espectadora de un chisme: —¿Y qué más sucede?

Angélica lanzó una mirada casual a Brisa, quien se mostraba pálida y contenía la ira en sus ojos.

—No sé, no la vi completa.— Miró a Brisa, fingiendo indiferencia, —Señorita Brisa, ¿está bien? Parece pálida.

La atención de las colegas se centró en Brisa.

—Estoy bien,— contestó Brisa, tomando un sorbo de su jugo.

—Señorita Brisa, sus aretes son muy bonitos,— comentó una colega con envidia.

Fue entonces cuando Angélica notó los aretes de Brisa, idénticos a los que Daniel le había obsequiado en su cumpleaños.

Se sintió herida.

Daniel estaba pidiendo disculpas mientras que los regalos eran solo una formalidad.

Brisa, consciente de haber disgustado nuevamente a Daniel, también habló con cautela: —Tío Dani, no fue a propósito...

—Ven aquí conmigo.

Daniel, con el rostro serio, le lanzó una mirada a Brisa y salió de la cafetería.

En ese momento era la hora del descanso y no había nadie en las escaleras; Daniel tomó de la mano a Brisa, que lo seguía, y la llevó consigo.

—¿Por qué llevas esos aretes aquí?

Brisa fue acorralada contra la pared por Daniel, y al ver la ira en sus ojos, sintió miedo y a la vez dolor.

—Me los regalaste, ¿no puedo acaso usarlos? — Su voz era entrecortada y temblorosa.

—¿Quién te dijo que los usaras en la empresa? ¡Ella no sabe que los tuyos son iguales a los de ella!

Daniel casi rugió, y los ojos de Brisa se llenaron de lágrimas al instante.

—Porque me los regalaste, me gustaron mucho y me los puse, olvidé que ella también tenía unos...— Explicó mientras comenzaba a sollozar.

Al ver a Brisa sollozar con una expresión de dolor y vulnerabilidad, la ira de Daniel se atenuó de repente.

Levantó la mano para secar sus lágrimas, y con voz baja pero frustrada, dijo: —¿No te dije que te contuvieras? Todo lo que hago es por nuestro futuro.

Brisa levantó su rostro lleno de lágrimas, —¿Por qué tienes que casarte con ella?