Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 193

Después de un tiempo indeterminado, Angélica despertó totalmente aturdida.

El suelo de cemento gris, no muy lejos de allí había un montón de varillas de acero oxidadas y paredes manchadas.

Parecía una fábrica abandonada, todo emanaba un aire de decadencia total.

Intentó sentarse y descubrió que sus pies y manos estaban atados, inmovilizada por completo.

Una pesadez se apoderó de su corazón.

¡Había sido secuestrada!

El miedo la inundó.

Al escuchar un ruido detrás de ella, Angélica, incapaz de girarse, torció el cuello con esfuerzo.

Sonia también estaba atada, yacía en el suelo con un trapo viejo y hediondo en la boca.

—Sonia...— la llamó en un ligero susurro.

Sonia levantó la cabeza, sus ojos mostraban una calma inesperada.

Girar el cuello para hablar era complicado, pero con mucho esfuerzo, logró voltearse.

—¿Sabes por qué estamos atadas aquí?— preguntó Angélica en voz baja, y al darse cuenta de que Sonia no podía siquiera hablar, agregó: —Si lo sabes, acepta; si no, niega con la cabeza.

Aunque estaba asustada, quería entender por qué las habían drogado y llevado allí mientras viajaban por trabajo.

Por el aspecto de Sonia, parecía que sabía algo al respecto.

Sonia fijó la mirada en ella y de repente dirigió sus ojos hacia detrás de Angélica.

—¡Mmm! ¡Mmm!

Al ver a la persona que se acercaba, Sonia se agitó un poco, sus ojos se llenaron de intensa ira.

Angélica, de espaldas, no podía ver hasta que un hombre corpulento apareció de repente en su campo de visión.

Vestía un suéter negro y su piel también era oscura, se podía con calidad ver un tatuaje asomando por debajo de su cuello.

El hombre apenas miró a Angélica antes de acercarse a Sonia y arrancar el trapo sucio y hediondo de su boca.

—¡Están locos! ¡Atreverse a atarme, suéltenme ya!

En cuanto le quitaron el trapo, Sonia alzó la voz con desprecio y furia.

El hombre respondió: —No importa quién seas, por órdenes del jefe, ¡todos deben estar atados!

—¡Eso es porque no saben quién soy!— Sonia, desafiante y sin miedo alguno, exclamó: —Les doy una oportunidad, desátenme ahora, si no, cuando le diga al jefe, ¡ustedes estarán acabados!

Sonia, reconocida diseñadora de la Empresa de Construcción Innovadora, no estaba acostumbrada a ser tratada de esta forma tan vil, regañaba al hombre como si fuera uno de sus subordinados.

¡Plaf!

Un golpe fuerte se estrelló contra su rostro.

—Todavía te crees muy importante,— el hombre escupió en el suelo.