Conquistando al Hermano de Mi Exnovio romance Capítulo 243

Angélica solo pensaba en sacar a Rodrigo para presionar al presidente, ¿cómo iba a imaginar que él estaría allí?

Claramente mintió, y además, él lo escuchó.

Desearía poder cavar un agujero y esconderse en él.

Cuando vio que Martín la miraba, apretó su ropa con los dedos, incómoda.

Pero solo fue un instante; su mirada pasó por ella y se dirigió a Juana:

—Si ya tienes una cita con alguien, deberías haberle avisado al hermano mayor. La reunión puede esperar un poco.

—Perdón, hermano mayor, me emborraché con el presidente Rodrigo y no me acordé de decírselo.

Juana continuó, siguiendo la línea de la conversación.

—¿Hermano mayor? —La cara del presidente Rodrigo se puso aún más pálida.

No sabía quién era Juana, pero al ver que ambos compartían el apellido Herrera, se quedó en shock.

—Abogada Juana, no, señorita Juana, perdón por no haberlo reconocido, por favor, sea condescendiente. Haré que preparen el contrato de nuevo y mañana mismo se lo llevaré personalmente para que lo revise.

Juana, con una actitud razonable, levantó la copa de vino frente a ella: —Entonces, muchas gracias, presidente Rodrigo. Permítame brindarle.

Era la copa de la bebida de frutas que había tomado antes, y el presidente Rodrigo sabía exactamente lo que contenía, lo que lo preocupó: —Señorita Juana, ya ha bebido lo suficiente, así que hoy terminamos. Voy a preparar el contrato de nuevo de inmediato.

El presidente Rodrigo dijo esto y se alejó rápidamente, derrotado, acompañado por un hombre de mediana edad.

—¡Ay!

Rosa, que acababa de llegar, fue golpeada por ellos.

Pensaba gritar algo, pero cuando los vio desaparecer rápidamente, se quedó sorprendida.

Frotándose el hombro, miró hacia atrás y vio que todos eran conocidos.

—¿Ya terminó? —Rosa miró a Juana y explicó: —Hubo mucho tráfico en el camino, casi me muero de ansiedad. Al final dejé el auto con el conductor y corrí todo el trayecto.

—No te preocupes, ya se resolvió. —respondió Juana.

Samuel se acercó y comenzó a frotarle el hombro a Rosa: —Entonces, ¿ustedes estaban planeando una batalla en desventaja?

—¿Por qué? —Rosa preguntó, frunciendo el ceño y empujando la mano de Samuel.

Samuel no se molestó, metió las manos en los bolsillos: —Yo también te protegería, ¿Qué te preocupa?

Uno era hijo del vicealcalde, el otro pertenecía a una familia tan poderosa como la familia Herrera. ¿Qué valor tenía el presidente Rodrigo para enfrentarse a ellos?

Rosa lo miró con desdén, sin decir palabra.

En ese momento, Koldo habló: —Qué coincidencia que todos estemos aquí. En la terraza hay un gran salón privado, haré que preparen una mesa. Así podemos comer y charlar.

—

Angélica fue al baño, y cuando regresó, la mesa ya estaba llena de deliciosos platillos.

Solo quedaba un asiento para ella.

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