Resumo de Capítulo 29 Resulta que le regaló un vestido – Conquistando al Hermano de Mi Exnovio por Internet
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En la casa de Martín, aparece un tipo desconocido vestido de traje.
Él también lleva una maleta.
¿Se va a mudar?
Pero, ¿por qué él no está?
Recordando la última vez en el estacionamiento, mencionó que consideraría sus palabras.
Así que, al final, ¿decidió mudarse?
De repente, Angélica sintió que quizás fue demasiado.
Fue ella quien lo presionó para que se fuera...
—Hola, soy el vecino del señor Martín, ¿él se está mudando?—, Angélica no quiere especular y pregunta directamente.
El tipo la mira cortésmente: —Soy el asistente del presidente Martín, me llamo Teodoro Ruiz. Él tiene un viaje de negocios pronto y como no tenía tiempo, me pidió que viniera a ayudarle a empacar un poco.
Ahora lo entiendia.
Al escucharlo, siente un alivio inexplicable.
Justo cuando va a entrar, el tipo le pregunta: —¿Usted es la señorita Angélica, cierto?
Angélica, sorprendida: —¿Usted me conoce?
—El presidente Martín me pidió que le entregue algo, como compensación por los inconvenientes que le ha causado estos días.
Dicho esto, el asistente Teodoro le pasa una caja de regalo rectangular y más grande.
¿Compensación por los inconvenientes?
Angélica la recibió con curiosidad.
—Entonces me voy ahora.
El asistente Teodoro lleva la maleta al ascensor.
Angélica parece entender a qué se refiere Martín con los inconvenientes.
Ella siempre enfatizó en no encontrarse, y cada vez que se veían, se desviaba, causando malentendidos entre ellos.
Coloco la caja en la mesa, desata la cinta de seda, levanta la tapa y dentro encontro un vestido blanco, meticulosamente doblado.
El vestido blanco, bordado con hilos de plata, y su tejido de damasco hace que las flores brillen con un ligero resplandor plateado, destacando su elegancia y nobleza.
Los botones del cuello eran pequeños y delicados, como joyas exquisitas.
Angélica se queda estupefacta, ¡Martín realmente le regaló un vestido!
Y totalmente acorde a su gusto.
Pero es evidente que el vestido no es barato, no puede aceptar un regalo tan costoso.
Angélica saca su teléfono, solo para recordar que aún no tiene su contacto.
Parece que tendrá que esperar a que vuelva de su viaje de negocios para devolvérselo.
Después de cenar, suena el timbre.
Angélica mira, es el asistente Blas de Daniel.
—Asistente Blas.— Ella abre la puerta.
Angélica se pone el vestido de gala.
Daniel había planeado enviar a una maquillista y estilista a su casa, pero ella los rechazó.
La protagonista de esta noche es la señora Yolanda, no necesita vestirse de manera tan elaborada.
Angélica se maquillo adecuadamente por sí misma.
Justo cuando termina, Daniel le llamo: —Ya llegué, subiré por ti.
—No es necesario, ya estoy lista, ahora bajo. Espérame en el estacionamiento.
Angélica colgó el teléfono, echa un último vistazo al espejo y se apresura a salir de la habitación.
Pero sale tan apresurada que choco con la esquina de una mesa, derribando un vaso de jugo que estaba mal puesto, salpicando su falda.
El jugo se expande rápidamente sobre la tela.
Angélica frunce el ceño, molesta consigo misma por su descuido.
Con el vestido manchado, no puede ir así.
Rápidamente vuelve a su dormitorio para buscar otro vestido adecuado para la cena en su armario.
Sin embargo, lo que encuentra son trajes para el trabajo y ropa casual; todos sus vestidos de gala están o en la villa de Daniel o en casa Solano.
Incluso si fuera a buscarlos ahora, no llegaría a tiempo.
Angélica se sintió muy preocupada.
De repente, su mirada se posó en la caja rectangular que está en la esquina.
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