TRINITY
—No recuerdo que tuviésemos tanta confianza como para que me tuteara, ¿Srta...?
—Trinity Miller —le respondí saliendo de mi estupefacción.
Debo admitir que el hecho de que ni siquiera se acordara de mi nombre me molestó un poco.
¿Pero qué esperaba? Habían pasado 5 años y solo intimamos por un breve momento que luego se truncó.
—¡Dígame!, ¿quién le pagó para retener aquí a mi hijo? Ya debe saber sobre mi poder, así que más le vale no jugar conmigo o se va a arrepentir.
Me amenazó fríamente, dando un paso hacia delante y ordenándole con la cabeza a sus hombres que me soltaran los brazos y se alejaran.
—No sé de qué me está hablando, me encontré a ese niño al punto de colapso, lo cuido porque se golpeó la cabeza y no recuerda nada, no tenía ni idea de que era su hijo, Sr… ¿cuál era su apellido?
Como a la velocidad de la luz lo tuve sobre mí, su mano se aferró con fuerza a mi cuello y me pegó a la pared de la cocina, sus ojos animales fulguraban con rabia y su respiración caía sobre mi rostro.
—No se haga la chistosa conmigo, ¿cuánto dinero le pagaron? ¡¿Cuánto quiere por la información?! ¡Confiesa o haré de tu vida un infierno!
Su enorme presencia intimidante me dominaba contra la pared, su mano firme en mi cuello se apretaba amenazadoramente pero sin llegar a asfixiarme.
—¡No secuestré a su hijo, ni siquiera sabía que usted vivía aquí! —le grité en la cara, ahora sí cabreada.
Sus palabras tan duras, recordándome mi pasado, juré nunca más estar a merced del poder de alguien.
—¡Puede ir al Hospital Moonlight y preguntar cómo fueron las cosas! —subí mi mano y atrapé su muñeca hundiendo mis uñas y halándolo para que me soltara.
—Me importa una mierd4 su dinero y su poder, ¡me sigues agarrando del cuello como a una perra y te voy a golpear en las pelotas!
Lo miré decidida, aunque por dentro estuviese temblando. Vi el destello asombrado en sus iris, que luego cubrió con más indiferencia y frialdad.
No sabía si me estaba volviendo demente, este hombre era peligroso, su aura intimidante te aplastaba toda la determinación y me podía asesinar solo con apretar un poco más mi cuello.
Nuestras respiraciones agitadas y voluntades enfrentadas, sentía tanta ira por la injusticia, que no me paré a pensar en la imprudencia que hacía, hasta que bajó la cabeza, mirándome como un animal salvaje, sus labios crueles apenas a centímetros de los míos.
Fue a abrir la boca, seguramente para seguirme amenazando y humillarme, cuando un grito hizo temblar toda mi valentía.
—¡Deja a mi mamá, hombre malo! —Scarlett no me había hecho caso y se abalanzó aferrándose a su pierna e incluso mordiéndolo.
Aterrada de que pudiera hacer daño, comencé a forcejear para liberarme, pero él se inclinó repentinamente, haciendo algo inesperado.
—No le hagas daño a mi hija, por favor, te lo juro por ella, yo no secuestré a Dieguito... digo, a tu hijo, lo encontré de verdad, devuélvemela... —di pasos hacia él, suplicante, estirando las manos en un puro temblor.
— ¡Scarlett, no lo sigas mordiendo!
Le grité a mi hija que se le había abalanzado a Nathan como una cachorra rabiosa al cuello.
Él le puso la mano y ella, por supuesto, le hundió los caninos de leche, con los mocos y las lágrimas afuera.
—Tuviste una hija con un hombre lobo, ¿de 3 años? —me pregunta sin dejar de mirarla, frunciendo el ceño.
—De cuatro —le respondo nerviosa, ya quiero que me la devuelva.
Veo el cambio en sus emociones mientras la examina, sé que estará haciendo sus cálculos, obviamente no es suya, no llegamos a tanto, pero a saber todo lo que estará pensando de mí.
Nunca tuve la oportunidad de explicarle, nunca más supe de él, y no creo que le importe ya para estas alturas.
Al fin me pasa a mi beba que comienza a llorar dramáticamente, abrazada a mi cuello.
—Voy a averiguar todo lo que ha sucedido con Luca, mi hijo, y si ha tenido algo que ver, la más mínima cosa, lo pagará muy caro.

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