Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 225

Capítulo 225

Al escucharlo, el hombre, Yael Lucero, pareció sorprendido ante sus palabras.

-¿Crees que ella aguantó el desprecio y las humillaciones porque valoraba más el poder y el estatus? Si ese fuera el caso, ¿por qué habría necesitado aguantar todo esto? Tu abuela le mostró suficiente preferencia, ¿no? Especialmente, ya logró casarse contigo. ¿Para qué soportar todo eso? Tu

conclusión no tiene sentido.

César giró lentamente la base de su copa entre sus dedos, permaneciendo en silencio. Yael continuó:

-Tantas mujeres querían casarse contigo, incluida Sira, pero no pudieron. No obstante, tu abuela puso sus ojos en Celia. Conoces lo perspicaz que es tu abuela. ¿Crees que no distinguió las intenciones de Celia? Sin embargo, aun así, permitió que se casara contigo. Eso indica que Celia no es una persona superficial.

César apretó ligeramente los labios, pensativo. Durante todos esos años, su aversión hacia la familia Sánchez se debió principalmente a Fabio, porque este le había exigido beneficios repetidamente actuando como su suegro. Celia solo le había pedido ayuda una vez y él sabía que lo había hecho por su familia. Y, durante todos esos años, él había despreciado la actitud arrogante de los Sánchez.

Pero, aparte de las acciones de Fabio, Celia no había hecho nada malo: no había usado ninguna conexión de la familia Herrera; en las ocasiones públicas, había ocultado muy bien su relación con él; además, nunca le había pedido ni una joya, ni un bolso, ni ropa…

Podría ser que ella hubiera hecho todo lo mencionado solo para engañarlo, pero ella nunca había usado ni un centavo de la tarjeta bancaria que él le había dado. Incluso en el acuerdo de divorcio, ella solo le pidió cien mil dólares, que no significaban nada para César.

-Yael, simplemente no puedo entender lo que ella está pensando. ¿Por qué se casó conmigo? ¿Y por qué se fue ahora? -murmuró César con una expresión perdida.

Yael lo dijo sin pensarlo:

-¿Quizás porque le gustabas?

¿Que él le gustaba a Celia…? Una chispa de alegría cruzó por los ojos de César.

-¿A ella… le gusto?

-Solo te digo una posibilidad. Después de todo, si una mujer no siente nada por ti, como dices, si solo busca poder y estatus, no le importaría tu romance de juventud o que tuvieras amantes, ¿no es así?

La tensión en la cara de César se suavizó un poco.

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-Bueno, creo que ahora debemos dejar de lado este asunto tuyo. -Yael intentó cambiar de tema.

Se sirvió más licor antes de continuar con seriedad.

-Es un asunto sobre Óscar. El niño tiene problemas psicológicos muy graves.

-Lo empujaron desde el segundo piso. Sufrió problemas mentales por el susto–propuso César, pero Yael le refutó de inmediato, negándolo con la cabeza.

-No lo creo. Si fuera causado por la caída, el trauma no duraría mucho tiempo. Pero él tiene problemas mentales a largo plazo. Eso indica que, además de la caída, ha estado sufriendo abusos y maltratos desde hace mucho.

César quedó pasmado.

-Eso no puede ser. Es el hijo de Sira.

-Tienes razón. Al principio yo también pensé que era un malentendido. Después de todo, hasta las bestias protegen a sus crías. No obstante, cuando vi las cicatrices en sus muslos, me di cuenta de que son heridas acumuladas, en vez de accidentales.

Tras una breve pausa, Yael concluyó:

-Una madre que ama a su hijo nunca permitirá que su hijo tenga tantas heridas. A menos que… esas cicatrices las haya causado ella misma.

Al recordar las cicatrices que vio, Yael aún sentía un escalofrío. ¡Era definitivamente un abuso familiar! Por primera vez, su impresión sobre Sira cambió por completo.

La expresión de César se ensombreció aún más. Tras descubrir mentira tras mentira de Sira, creía que ya era hora de investigarla a fondo. 3

***

Una semana después, Celia se reportó oficialmente en el departamento de neurocirugía de la Clínica

Central de Rivale.

La clínica, siendo la mejor de la ciudad, era mucho más mejor que la Clínica Central de la capital, tanto en escala como en instalaciones médicas. Con un área de doscientos sesenta y cuatro acres, el barrio se ubicaba junto al río. Los edificios se distribuían en un vasto campus, con estructuras dentro de estructuras. Celia casi se perdió entre los edificios. 1

Cuando finalmente llegó al departamento de neurocirugía, le preguntó en la recepción por la oficina del director Pablo Ramírez.

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