Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 234

Capítulo 234

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Tras intercambiar varias frases, César dejó su copa y se dirigió al pasillo para atender una llamada.

-Jefe, la señora… no está en la Clínica Santa María.

Él permaneció de pie frente a la ventana panorámica, con su perfil oculto entre las luces neones, mostrando una expresión inescrutable.

-¿Estás segura?

-Sí, ya lo confirmé. La clínica sí recibió una solicitud de la señora, pero fue retirada hace dos semanas -explicó Nicole, añadiendo-: El personal asumió que había decidido quedarse en su lugar de trabajo original.

César guardó silencio por un largo momento.

-Entonces, búscala en todas las clínicas en Rivale.

-¿Y si no está en ninguna?

César sacó una caja de cigarrillos y tomó uno con los labios.

-Eso lo decidiremos cuando llegue el momento.

Al terminar de hablar, colgó y encendió el cigarrillo con su encendedor metálico. El humo blanco nubló momentáneamente la vista nocturna ante sus ojos. Miró a lo lejos, pensativo.

***

Al día siguiente, Celia realizó su primera cirugía tras el traslado: un paciente con meningitis donde los medicamentos ya no podían controlar el crecimiento del absceso, por lo que se le programó de inmediato un drenaje.

Dos horas después, salió del quirófano para informar a la familia. Dylan y Nicolás estaban cerca.

-Por fin nuestro departamento también tiene una cirujana joven y bonita… Y además es jefa de departamento -bromeó Dylan.

Nicolás miró a Celia. Guardó silencio, pero tampoco lo negó.

-¿No me vas a contradecir? -Dylan pareció sorprendido. ¡Rara vez este tipo coincidía con él al halagar a una mujer!

Nicolás retiró la mirada y le respondió con unas breves palabras:

-Joven y bonita… Me parece lo mismo.

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Dicho esto, no se quedó más y se fue, dejando a Dylan perplejo en su lugar.

Celia se cambió de ropa y recibió un mensaje de Estrella aceptando la invitación del fin de semana, con un emoji incluido. Mientras respondía, una voz masculina sonó a su lado.

-¿Qué relación tienes con Alfredo?

Celia se sobresaltó. Miró al hombre, alto y de apariencia distinguida, que estaba apoyado en la entrada de la escalera. De pronto recordó la conversación que había oído fuera la oficina de Nicolás.

-Solo somos excompañeros de universidad.

-No me parece así.

-¿A usted le interesa mucho mi relación con él? – refutó ella.

Él dudó un instante antes de negar con la cabeza.

-No me interesa. Pero es un amigo mío, así que hice la pregunta por él. —Tras una pausa, añadió—: Además, tengo curiosidad si el matrimonio del que quieres divorciarte es con él.

Celia no pudo evitar reír.

-No. Lo ha malentendido. Definitivamente no es con él.

Nicolás asintió levemente y se fue sin decir nada más. Celia miró perpleja cómo se alejaba, pensativa.

Como tenía turno a las tres de la tarde, ella decidió regresar a descansar un poco al mediodía. Al salir del ascensor, vio de repente unas personas familiares. ¡La mujer al frente era Nicole! Enseguida ella se dio la vuelta, apretando su bolso, y se alejó rápidamente en la dirección opuesta.

Nicole giró la cabeza por casualidad. Parecía ver a una persona entre la multitud que le resultó algo familiar, pero esta había desaparecido en un santiamén.

Celia salió por la puerta trasera de la clínica. Solo cuando estuvo segura de que no la seguían, suspiró aliviada. ¿Por qué Nicole estaba en la clínica? ¿Acaso César la había enviado a buscarla? Pero, ¿no debería estar disfrutando de su tiempo con su amor, Sira? ¿Para qué la buscaba?

Mientras estos pensamientos la abrumaban, un Bentley se detuvo suavemente frente a ella. Sus pasos se detuvieron bruscamente. La ventana descendió, revelando la cara apuesta y familiar de César…

Celia palideció al instante. Su mente quedó en blanco por unos segundos antes de girar y echar a

correr.

-¡Celia! -César salió del auto y la llamó.

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Ella corrió hacia la calle. Justo cuando iba a subir a un taxi, él la atrapó por la cintura, atrayéndola hacia su pecho. Ella forcejeó violentamente y, en ese momento, una voz sonó a lo lejos.

-¡Suéltela!