Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 311

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Capítulo 311

Capítulo 311

Celiana lo examinó y le preguntó:

-¿Yusted…?

-Soy quien la contactó.

-Ah, ya veo.

-Sígame, por favor.

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Jacob se hizo a un lado y le hizo una seña para que lo siguiera. Celiana caminó detrás de él, mirando con curiosidad de un lado a otro. Era la primera vez que visitaba un restaurante tan lujoso y exclusivo. ¿Acaso la gente de la casa de subastas también era tan adinerada como el señor Herrera?

En el ascensor, no pudo evitar preguntarle a Jacob:

-Señor, quiero saber, ¿cuánto vale mi cruz en realidad?

-Su valor no se mide con dinero -le sonrió Jacob.

Celiana no lo entendió. Entonces, ¿ese objeto valía una suma o no?

Al abrir la puerta del salón privado, vio que detrás de un biombo había alguien más sentado allí. Jacob rodeó el biombo y se le acercó. Ella lo siguió, y pronto distinguió la cara del hombre. De inmediato mostró asombro. ¡ Estos días había tenido mucha suerte porque había visto a dos hombres tan guapos!

—Jefe, ella es la señorita Soto -se la presentó Jacob.

Ben dejó su taza de café y alzó la vista para examinar a la mujer que se acercaba.

-¿La cruz es suya?

Ella vaciló, pero lo admitió:

-Sí.

-¿La ha usado desde pequeña?

Celiana pareció confundida.

-No. Son de la casa de subastas, ¿cierto? ¿Por qué me hacen estas preguntas?

Jacob le explicó con paciencia:

-Señorita, no somos de la casa de subastas. Somos de la familia Rojas. Esa cruz en su posesión es un objeto muy importante para los Rojas.

Celiana se sorprendió mucho:

-¿Es un objeto importante para los Rojas?

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-Exacto. La familia Rojas ha estado buscando a su hija desaparecida. Por eso, necesitamos confirmar cómo obtuvo esta cruz. ¿Tiene alguna información?

La hija desaparecida de la familia Rojas… Celiana recordó de repente la conversación que había escuchado en el jardín ese día. ¿Esa cruz vieja era en realidad un objeto de la familia Rojas? ¿Pero por qué su papá lo tenía? ¿ Acaso… ella no era su hija biológica?

Si era así, ¡todo tenía sentido! ¡Se explicó todo! ¡Ella era tan bonita! ¿Cómo era posible que sus padres fueran solo campesinos? ¡Definitivamente no era hija de una familia tan pobre! 1

-Pues, no, no tengo ni idea. Pero la vi en el armario de mi papá. También creo que no me parezco a mis padres. ¿ Será que…? -Ella fingió vacilar. Después de todo, si aceptaba su nueva identidad demasiado rápido, ¡seguro la verían como una cazafortunas!

Ben clavó su mirada en la cara de Celiana. Tras un largo rato, le preguntó:

-¿La cruz siempre ha estado en posesión de su padre?

Ella asintió con la cabeza, sin pensarlo dos veces.

-La tenía bajo llave en un armario y yo la descubrí hace un par de días.

-¿Le importaría darme algunos de sus cabellos?

Celiana vaciló. ¿Iban a hacer una prueba de ADN? Pero, tampoco estaba segura de ser la persona a la que ellos habían estado buscando…

-¿Problemas?-insistió Ben.

Ella forzó una sonrisa, negó con la cabeza y se arrancó dos cabellos luego se los entregó. Jacob los guardó en una bolsa sellada desechable que tenía preparada.

-La contactaré cuando salga el resultado -dijo Ben con calma. Se levantó y salió del restaurante con Jacob.

De vuelta en el auto, Jacob le preguntó:

-Jefe, ¿ella realmente es su hermana?

-No lo sé. Esperemos el resultado de la prueba de paternidad.

La actitud de Ben fue indiferente todo el tiempo, sin rastro de expectativa ni de alegría. En teoría, si Celiana era su hermana biológica, la noticia debía alegrarlo. No obstante, esta no le causaba la misma felicidad que sentía cuando Celia aceptó ser su hermanita sin lazos de sangre…

***

Mientras tanto, al salir de la clínica, Celia vio a Nicole bajando de un auto estacionado en la penumbra bajo un árbol. Se detuvo en seco, adivinando que César estaba dentro del vehículo.

Nicole se le acercó y la saludó:

-Señora, el jefe la espera en el auto.

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Celia tomó aire para contenerse.

-¿En serio planea establecerse en Rivale?

-Eso depende de usted. Si decide quedarse aquí, él podría establecer una sucursal aquí -respondió Nicole con una sonrisa.

Celia guardó silencio y se dirigió al auto sin decir nada más.

Al verla subir, César colgó la llamada y se volvió hacia ella.

-Mi padre y la abuela llegaron a la ciudad. Ven conmigo a verlos. La abuela quiere verte.