Capítulo 436
Sía, completamente empapada, quedó pasmada y aturdida por varios segundos antes de gritar con voz desgarradora:
-¡¿Cómo te atreves a lanzarme el agua?! ¡Celia Sánchez, te voy a reportar!
Todo el personal de la oficina se congregó debido al alboroto, sin entender lo que había sucedido.
Celia señaló las cámaras de vigilancia y refutó con calma:
-Adelante, ¡reporta si te atreves! ¿Crees que las cámaras son decorativas? ¡Todo lo que hiciste quedó registrado! No pienses que por ser cercana a la señora Gómez voy a tolerarte. Además, si esto llega a oídos de mi maestro, ¡ni siquiera la señora Gómez podría protegerte!
Al mencionar a Antonio, Sía palideció al instante. Apretó los dientes y contuvo su furia.
—¡Ya verás!
Se marchó enfurecida tras soltar una amenaza entre dientes. Celia, observando su espalda, estaba bastante exasperada.
-¡Qué fastidio!
-Lo siento… ¡Fue ella quien me empujó! – le explicó el empleado, quien también se había asustado con la situación. Al volver en sí, él se apresuró a disculparse con Celia.
Celia lo consoló.
que no fue tu culpa. No te culpes.
-Pero tu mano…
Ella miró hacia el área quemada. La piel inflamada estaba casi ampollada, ardía con un dolor punzante y adormecedor.
-Iré a que me la traten.
Celia salió de la oficina y se dirigió a la sala de curas para tratar la quemadura.
***
Cuando Nicolás regresó a la oficina, oyó por accidente a los comentarios de dos personas. Al principio no les prestó atención, hasta cuando ellos mencionaron a Celia.
—¿Celia se habrá metido en problemas? Esa mujer lo hizo a propósito contra ella.
-Mencionaron a la señora Gómez. ¿Será la señora Gómez que estoy pensando…?
-En fin, Celia tuvo mala suerte hoy. Si fuera yo, estaría llorando a gritos del dolor de la quemadura…
Nicolás detuvo sus pasos, y sus ojos se tornaron sombríos al instante.
***
En la casona de la familia Gómez, Adela y Yolanda tomaban café en la sala. La primera dejó de lado su taza y dijo:
-Yolanda, tu abuela quiere concertar un matrimonio para ti. Yo le dije que podemos dejar este tema para cuando te gradúes. ¿Qué opinas?
Yolanda se sorprendió un momento, luego sonrió.
-Me parece bien.
-Mi niña es la mejor del mundo. —Adela acarició su cabello con satisfacción, pero sus ojos mostraron un atisbo de melancolía-. Ojalá tu hermano fuera como tú.
Yolanda jugueteó con su taza, parpadeando aturdida y guardando silencio.
En ese momento, Sía entró. Al no esperar encontrar a Adela y Yolanda en la sala, se detuvo bruscamente al verlas. Hizo una breve reverencia para saludarlas y luego se apartó a un lado.
-Señora, señorita.
-¿Qué pasó? -Adela la miró de arriba a abajo-. Solo te pedí que le llevaras el desayuno a Nicolás, ¿cómo terminaste en este estado?
Sía parecía un poco
nerviosa.
-Es que… yo… yo me caí.
-Qué descuido. -Adela hizo un gesto con la mano-. Ve a cambiarte.
Justo cuando Sía se disponía a retirarse, Nicolás entró en la sala con un semblante sombrío. Cuando su mirada se posó en Sía, ella sintió un escalofrío y no se atrevió a mirarlo.
Adela se sorprendió. Nicolás casi nunca iba a la casona a menos que tuviera un asunto importante, y mucho menos a esta hora.
-¿Nicolás? -lo llamó con confusión.
Nicolás, al notar que Sía intentaba retirarse, la detuvo.
-No te he dado permiso para irte.
Adela miró a Sía y luego a él, sin entender qué estaba sucediendo.
-Nico, ¿qué pasa…?
Yolanda, observando con la barbilla apoyada en la mano, adivinó y sonrió.
-Sía, ¿hiciste algo que lo enfadó?
Sía palideció. Negó con la cabeza, sin atreverse a admitirlo.
-Yo… no… Claro que no…
-¿Cuál de sus manos le quemaste? -preguntó Nicolás sin piedad.
Sía estaba temblando de miedo.
-Joven… joven señor, ¿de qué está hablando? Es que no entiendo lo que…
-¡Mayordomo!
El mayordomo, que estaba afuera, entró apresuradamente.
-Joven señor, ¿en qué puedo ayudarlo?
El tono de Nicolás era aterrador.
-Llévenla a la comisaría. A partir de ahora, no permitiré que siga trabajando para la familia Gómez.
Sía entró en pánico.
-¡No! ¡Por favor, no quiero ir a la comisaría!
Nicolás. —Adela se levantó y se acercó—. ¿Qué pasó exactamente?
-Señora, ¡no lo hice a propósito! -Sía se arrastró hacia los pies de Adela, llorando con voz entrecortada-. ¡ Quemé por accidente a la señorita Sánchez! ¡Ya me disculpé con ella!
j
¿Señorita Sánchez…? Adela comprendió todo de inmediato. Miró la furia en la cara de Nicolás y se quedó pensativa. ¿Él se enfureció tanto por esa mujer?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró
NECESITOO MÁS CAPÍTULOS 😭...
Ya se acabo???...
Buenos días, cuando vuelven a subir capítulos?...
Alguien sabe que paso que no han vuelto a subir los capítulos 😓...
Me pueden decir por favor cuantos capítulos tiene está novela, ya me da flojera ir leyendo de uno en uno cada día, estoy a punto de abandonarla...
Donde la puedo conseguir completa disculpen...
Gracias por subir los capitulos gratuitos, pero suban más xfis, me gana la ansa...
Donde puedo ver los capítulos que faltan ?...