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Cuando al fin ella se rindió, él se enamoró romance Capítulo 455

Celia le dio un codazo en el costado y le advirtió en voz baja:

—Creo que solo quieres aprovecharte de mí.

Él, con naturalidad, rodeó su cintura y avanzó a paso largo entre la multitud.

—Estoy abrazando a mi propia esposa. Eso no cuenta como un aprovechamiento.

Ante los ojos de los presentes, la joven pareja parecía muy enamorada. El amor en la mirada del hombre y la tímida contención en los ojos de la mujer formaron un cuadro idílico. Y esta escena llegó, justo en ese momento, a la vista de Nicolás.

Cuando Celia lo miró, se sorprendió un poco y luego desvió la mirada. César, sin disimulo, enfrentó su mirada y se acercó a él junto con Celia.

—Señor Gómez, ¿también le interesan las bodas?

Nicolás respondió sin inmutarse:

—Si a usted le interesan, ¿por qué a mí no?

—Siempre que a usted le plazca —César hizo una pausa y lo miró con desprecio—. Quizás en esta fiesta, el joven Gómez también pueda conquistar a su bella dama.

Nicolás guardó silencio. En ese momento, la voz de Mario sonó desde la tarima. Pero, extrañamente, Mario no estaba presente en persona, sino que se dirigía a todos a través de un video en la pantalla gigante. Comenzó con los discursos de rigor, y todos los presentes se sumergieron en la alegría de brindar por los novios.

Un camarero se acercó silencioso a Celia con una copa y, al entregársela, metió discretamente un papel doblado en su mano. Celia, en silencio, lo apretó en su mano. Dejó la copa a un lado y salió de entre la multitud sin causar ningún ruido. Tanto César como Nicolás notaron su comportamiento inusual al mismo tiempo.

***

Al salir del salón, Celia evitó al personal de servicio, la vista de los guardaespaldas y las cámaras de seguridad, y se dirigió a un rincón desierto para revisar el papel que solo contenía unos pocos nombres.

Probablemente era de Luna. Entre los nombres estaban los de Antonio y Rodolfo. Antonio no había venido hoy. En su lugar estaba Nicolás, pero Rodolfo y su esposa sí estaban presentes. No obstante, los Quiroga y los Ruiz habían invitado a muchísima gente a la boda, ¿por qué solo estaban estos nombres? ¿Habría algo especial en ellos?

Celia no pudo evitar apretar el papel arrugado. En ese momento, sonó su celular. Era una llamada de Ben y lo atendió.

—Hola, ¿Ben?

—Mario pidió ayuda a los Gómez, pero ellos, siendo cautelosos, se negaron. En cuanto al señor Juárez, probablemente es porque él y ese culpable ocupaban los cargos relacionados. Me temo que todos los que invitó esta noche están relacionados con lo de aquel entonces —explicó Ben con seriedad—. En fin, sal de ahí ahora. Llegaré pronto.

—Pero en el crucero hay mucha gente inocente.

—Ahora ya no puedes protegerlos, ¡solo puedes protegerte a ti misma!

Celia apretó el celular y miró hacia la pasarela de acceso. Para su sorpresa, ya la habían cerrado.

—Es demasiado tarde.

El crucero se estaba alejando lentamente del muelle.

***

Cuando Celia regresó al salón, los invitados seguían inmersos por completo en el ambiente festivo de música y baile. El ambiente romántico y armonioso a su alrededor los hacía imposible que percibieran el peligro que se cernía sobre ellos.

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