Mónica, al escuchar eso, abrió los ojos de par en par, presa del nerviosismo, y se apresuró a explicar.
—No, no, para nada. Jamás pensé algo así. Mira, lo de Jaime y yo ya no tiene remedio, nuestra relación está hecha pedazos. Mi abuelita ya está grande y siempre me ha pedido que me case pronto, así que sólo busco a alguien para casarme.-
¿Usar a Pedro como el plan B? Ni loca haría algo así.
Pedro mantenía una expresión tan tranquila que era imposible adivinar qué pasaba por su mente.
—¿Y de veras te atreves a dejar a ese tipo?
—¿Un hombre adicto a las infidelidades? No hay nada que extrañar ahí —respondió Mónica con una chispa de desprecio en los ojos.
Después de lo que había pasado en el privado, donde la habían puesto en su lugar, ya tenía la mente despejada.
Al escuchar esas palabras de Jaime, en ese momento supo que no quedaba nada por salvar.
Pedro arqueó una ceja, y en sus ojos oscuros brilló una chispa intensa y fugaz.
Entreabrió los ojos, levantó el mentón y, con una voz ronca marcada por la contención, preguntó:
—¿Estás segura de esto?
Los ojos de Mónica brillaban, llenos de lágrimas contenidas, pero su voz sonó firme:
—Estoy más que segura. Pienso deshacerme de la basura de una vez.
De pronto, Pedro la atrajo hacia sí, apretándola contra su pecho. Se inclinó hasta su oído, y con el aliento cálido rozándole la oreja, le susurró:
—Tú fuiste la que empezó todo esto, así que luego no vengas a arrepentirte.
Mónica sentía las mejillas ardiendo y el corazón a punto de salirse del pecho. Tardó un momento en animarse, luego alzó la vista, pestañeando nerviosa, y murmuró:
—No me voy a arrepentir.
Para entonces, ya había tirado la razón por la ventana.
—Perfecto. Mañana mismo vamos a firmar los papeles —Pedro ni siquiera le dejó espacio para dudarlo.
Mónica parpadeó, sorprendida:
—¿Tan rápido?
—¿Pasa algo? ¿Hay algún problema?
—Ningún problema. ¿Te importaría llevarme a casa? Necesito recoger mis documentos.
En poco tiempo, Pedro la dejó en su casa.
Ahora Mónica vivía con su abuelita.
Su papá, Simón Saavedra, las había abandonado a ella y a su mamá para irse con la amante, Yolanda Solano.
La hija de Yolanda incluso se cambió el nombre a Fiorella.
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