De Esposa Desechable a Cirujana Renacida romance Capítulo 290

Cecilia, sorprendentemente, no protestó, aunque tampoco parecía muy contenta.

Rosario, al oír que Belén había aceptado, reprimió su descontento hacia Cecilia y se resignó.

Se giró para mirar a su prima y le preguntó con curiosidad:

—Cecilia, ¿ya dibujaste el otoño?

En la escuela, a Rosario no le caía bien Cecilia, y por culpa de Belén, le caía aún peor.

Pero, al fin y al cabo, era la hija de su tía, así que podía intentar pasar por alto sus diferencias.

Cecilia, abrazando sus hojas de arce, miró el caballete de Rosario y preguntó con el ceño fruncido:

—¿La maestra dejó tarea?

Rosario también frunció el ceño.

—¿Nadie te dijo que la maestra dejó tarea?

Cecilia negó con la cabeza.

—No sabía.

Rosario se contuvo las ganas de regañar a Cecilia y le explicó:

—Los maestros hicieron un grupo de papás. Todas las tareas del fin de semana las publican ahí para que nuestros papás nos digan qué hacer. ¿Nadie te avisó?

Cecilia apretó los labios y no respondió.

Al ver su silencio, Rosario continuó:

—A mí me dijo mi mamá. Como ella tenía que trabajar, le pidió a mi tía que me acompañara a hacer la tarea.

Belén, sentada a un lado, escuchaba la conversación de las niñas con un nudo en el estómago.

Sabía por qué Cecilia no estaba enterada de la tarea: Frida y Fabián la habían descuidado.

Miró a Cecilia con una mezcla de pena e impotencia, sin saber qué decir.

En ese momento, Rosario sacó unas hojas del caballete, se las ofreció a Cecilia y le dijo:

—Ten, te doy unas hojas para que dibujemos juntas. Le pedimos a mi tía que nos enseñe.

Cecilia bajó la vista hacia las hojas que le ofrecía, pero no las tomó.

Tras unos segundos, las empujó de vuelta y dijo:

—No, gracias. La señorita Frida va a dibujar conmigo.

Dicho esto, Cecilia se dio la vuelta y se alejó.

Al ver su figura solitaria, Belén estuvo a punto de llamarla por instinto.

—Ceci…

Pero solo pronunció una sílaba y se calló.

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