De Exesposa a Heredera: El Regreso de Beatriz romance Capítulo 7

En ese momento, la mujer sentada en la última fila levantó su paleta sin titubear.

—Dos cientos millones.

Javier la miró de reojo, su expresión se tensó de inmediato.

—Trescientos millones —respondió, sin dejarse intimidar.

Victoria volvió a levantar la paleta.

—Quinientos millones.

La mirada de Javier se volvió oscura, incrédulo de que alguien se atreviera a competir con él.

Con una mueca torcida, soltó con voz desafiante:

—Mil millones.

Beatriz, observando la tenacidad de Javier, no pudo evitar preguntarse: ¿Acaso él también conoce el secreto de ese cuadro?

Su expresión se volvió aún más inescrutable, pero evitó cruzar la mirada con Javier.

Victoria, sin vacilar, subió la apuesta.

—Dos mil millones.

Javier frunció el ceño con fuerza. ¿Quién era esa mujer? Acababa de subir mil millones de un jalón. Vaya que tenía agallas.

Su semblante se tornó cada vez más sombrío, pero en el fondo sentía una gran curiosidad. Todas las piezas subastadas esa noche ocultaban grandes secretos, y no pensaba dejar pasar ni un solo cuadro.

Gabriela, incapaz de comprender cómo un simple cuadro podía alcanzar semejante precio, intervino con voz preocupada:

—Javier, es solo una pintura. No vale tanto dinero.

Ella miró la obra, sin encontrarle nada especial.

El rostro de Javier se tensó aún más, arrugando la frente. Aquella pintura le resultaba extrañamente familiar, pero no lograba recordar dónde la había visto antes. Sentía una conexión vaga, como si una parte de su memoria estuviera a punto de despertar.

El subastador, sorprendido de que una simple pintura de paisajes hubiera alcanzado los dos mil millones, se mostró exultante.

—Dos mil millones a la una... dos mil millones a las dos... dos mil millones a las tres.

Con esas palabras, el salón quedó en silencio. Nadie más se atrevió a seguir pujando.

Beatriz soltó una risa burlona. Había sobrestimado a Javier; pensó que él conocía el secreto de la pintura, pero se equivocó.

El subastador, eufórico, anunció el resultado:

—Felicitaciones al número veintisiete, quien se lleva Ríos y Montañas.

Saúl era, sin duda, el más feliz de todos. Ese cuadro lo había conseguido en el mercado de antigüedades por solo dos mil pesos y ahora acababa de ganar dos mil millones. Esta noche iba a celebrar en grande.

Sin embargo, ignoraba que esa pintura valía cientos de miles de millones. Cuando lo supiera, seguro iba a arrepentirse con todo su ser.

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