DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 27

Ares, que había tenido unas duras semanas en la empresa, con su madre prácticamente ausente, no podía evitar reconocer que Adriana, quien no estaba en la mejor actitud con él, junto a Daniel, fueron de gran ayuda. Algo que no podía decir de Vanesa, que en la casa, sin importar lo cansado que estuviera, se la pasaba quejándose por todo, lo que lo tenía realmente harto. De vez en cuando veía a Eva, que parecía un fantasma rondando por la casa desde que Oliver se fue. Y de Aurora, quién atormentaba sus pensamientos involuntariamente, no sabía nada, salvo un par de veces en las que escuchó a Adriana, hablando por celular en la empresa, preguntándole cómo estaba su padre. Resignado a limitarse a esperar que transcurrieran los 5 años de matrimonio, para finalmente separarse de ella, a pesar de que Vanesa insistiera a diario en hacerla pagar la muerte de su hijo. Y aunque una parte de él, quisiera lo mismo, otra simplemente prefería mantenerla lejos, y evitar la sensación de miserableza que le causaba hacerle algo a la jóven.

...

Esa mañana, Ares, se había despertado por la hermosa voz de Vanesa, que cantaba a todo pulmón el cumpleaños, con un desayuno en las manos.

Con los ojos aún entrecerrados, intentaba ver a la chica que se veía hermosa con una linda bata de seda, y su cabello suelto, imaginando por un momento que era Aurora, lo que lo hizo despertarse más rápido, frotándose los ojos y reaccionando de su alucinación.

«¿Pero qué me pasa?» —Piensa, y Vanesa pone la bandeja con el desayuno a un lado, sobre una de las mesitas de noche, y le da un beso enorme, lleno de pasión, para luego apartarse y dedicarle a su amado un sensual baile.

—¿Qué haces? —Le pregunta Ares con una leve sonrisa en los labios...

—Darte tu regalo de cumpleaños... —Le dice la mujer, que se quita prenda por prenda, hasta quedar completamente desnuda, lo que le causa algo de gracia a Ares, que se recuesta imponente sobre el cabecero de la cama, esperando a la chica que bailaba, pues solo en la intimidad era cuando menos peleaban, y últimamente pocas eran las veces en que estaban juntos, y no sabía si era monotonía o cansancio, pero ya no le provocaba estar con ella; sin embargo, intentaba de vez en cuando cumplirle, pues jamás dejaría en entre dicho su hombría. La quería, y le parecía una mujer muy sexi, aun así, últimamente, nada fluía con esa mujer por la que antes hubiera dado su vida, si se lo pedía.

Vanesa, que finalmente se acerca después de su sensual baile, se sienta a horcajadas sobre Ares sintiendo su gran miembro aún no erecto a través de las sábanas, lo que la desconcierta un poco, por qué últimamente le costaba mucho excitar a Ares, sin embargo, ella aparentaba que nada le molestaba, segura de que volvería a ser el mismo, una vez la carga laboral de estos días minorara.

Lo besa con pasión, y él responde el beso, intentando concentrarse en tener sexo con Vanesa, pero son interrumpidos por varios toques en la puerta.

—¿Quién rayos es? —Pregunta Vanesa de mala gana.

—Lamento molestarlos, pero es que la señora me pidió que le dijera al señor Ares que bajara a desayunar, han llegado varias personas que quieren felicitarlo.

—¿Tan temprano? —Le pregunta a Ares, que sabe que para su madre la fecha de su cumpleaños es una gran oportunidad para mostrarse en sociedad como la familia perfecta. ¡Iremos en un momento! —Dice Vanesa que planea iniciar antes una faena, pero Ares no está en la misma tónica.

—Lo siento señorita, pero la señora fue muy específica, solo el señor Ares. —Dice la empleada a través de la puerta y se marcha dejando a Vanesa, echa una furia, que toma su bata y sale para regañar a la empleada que ya no está.

—¿Tu madre no se cansa de humillarme? —Comenta furiosa.

—Tranquila. No le hagas caso. Lo importante es que hoy te llevaré como mi acompañante a la gala de esta noche. Así que no te enojes y toma algo de dinero, y ponte aún más hermosa. —Le dice Ares que entra al baño para tomar una ducha.

—¿Y tú qué harás? —Le pregunta Vanesa desde afuera.

—Seguramente estaré muy ocupado, así que no me esperes en todo el día. —Abre la ducha, y Vanesa decide tomarle la palabra, al fin de cuentas hace mucho que no sale de esa casa por estar escondiéndose de Joseph, de quien hace varios días no tiene noticias, ya que ella misma anónimamente lo había denunciado con la policía, entregándoles evidencia de todos sus delitos y lo último que sabía es que sería trasladado a una prisión de máxima seguridad muy pronto. Hoy era el día para lucir hermosa, pues de seguro todos los ojos estarían sobre ella cuando la vieran llegar de la mano del gran Ares Walton.

Ese día, efectivamente, Ares estuvo muy ocupado, con los abogados y Jazmine, haciendo el traspaso de las acciones que según el acuerdo prenupcial, una vez fueran traspasadas el matrimonio compartiría el 50% de todo, pero Aurora era ahora inexistente en la vida de Ares, y su madre había dejado de mostrar interés en ella, por lo que no era algo que le preocupara, aunque no se confiaba, para él, de esa asesina cualquier cosa se podía esperar.

...

Cuando por fin cae la noche, y es hora de la gran fiesta en su honor, Ares vestido muy elegante, de traje negro hecho a la medida, llevando en el bolsillo de su chaqueta un pañuelo rojo que le da vida a su atuendo, un regalo de su madre, espera a Vanesa y a Eva, que también está invitada para ir a la recepción.

Eva, que se veía muy bonita con un vestido dorado, corto por encima de las rodillas, de mangas largas y escote pronunciado, no le hacía competencia a la belleza de Vanesa, que llevaba un vestido verde oliva, largo hasta la rodilla con una abertura muy pronunciada en la pierna, de un solo hombro, haciendo sentir a Ares muy orgulloso, pues era la primera vez que Vanesa realmente parecía una dama de la alta sociedad. Estaba seguro de que no habría mujer más hermosa que ella, y a pesar de estar casado con Aurora, de seguro no solo avivaría las habladurías que molestarían a su madre, sino también la envidia de muchos.

Vanesa, no muy contenta de tener que ir con Eva, permanece en silencio durante todo el recorrido, pero fue un favor que Jazmine le pidió a Ares, y no podía negarse.

Al llegar al lugar, los fotógrafos acapararon toda su visibilidad, tomando fotos de Ares y las mujeres que lo acompañaban, muchos preguntándole por su esposa.

Luego de una larga sesión de fotos, y varios saludos de parte de muchos conocidos, empresarios invitados, miembros de la junta y su familia, e inclusive empleados de la empresa, como Adriana, que lo observaba con furia, sin poder entender lo descarado que era al presentarse con su amante, y la hermana del agresor de su esposa, quién al igual que Vanesa, colgaba de su brazo, como si estuvieran en una guerra por llamar su atención.

—¡Puaj! ¡No entiendo cómo pude estar tanto tiempo enamorada de ese canalla! —Comenta y Daniel que la escucha, interviene.

CAPÍTULO 27 1

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