DE MONJA A ESPOSA romance Capítulo 3

—Quiero que sepas, que no me importa lo que diga tu padre. Tomarás los hábitos, contra viento y marea. No se para qué regresaste, si al final vas a ser monja, debiste quedarte en el convento de por vida. —Le dice Eloísa a Aurora, mientras espera que su esposo esté de vuelta a la mesa, y Aurora, sin poder refutar o decir nada, simplemente asiente, para evitar que su madrastra sufra un disgusto, que podría resultar muy perjudicial para ella, quien lo único que deseaba era que a su regreso, todo estuviera bien.

Preocupado e inseguro de las palabras de Jazmine, Isaías regresa a la mesa, donde todas, menos Aurora, parecen expectantes.

—Papá, ¿qué te ha dicho la señora Jazmine?, ¿acaso te ha hablado de mí? —Le pregunta Adriana, muy inquieta, pensado que tal vez, Ares, por la imprudencia de llamarlo anoche, le pidió a su madre que la despidiera.

—¡Sí! —Se limita a responder de manera cortante, Isaías, mientras piensa en las palabras correctas para preguntarle a Adriana, sobre la propuesta de Jazmine.

—¿Y qué es? —Reacciona impaciente Eloise, que se muere de la curiosidad por saber.

—Adriana… —La toma de la mano, y observa a su hija con dulzura.

—Sí, papá…

—Jazmine ha llamado para pedir tu mano. ¿Tú quieres casarte con Ares Walton?

—¿¡Que!? —Gritan al unísono madre e hija, que parecen emocionadas, mientras Aurora, apenas e intenta entender lo que ha dicho su padre.

—¡Si papá!, ¡claro que sí! —Responde eufórica Adriana, sin dudarlo.

—¿De verdad? —Pregunta Isaías sorprendido, porque jamás esperó esa reacción.

—¡Si papá!, es como un sueño hecho realidad para mí.

—Entonces… ¿Si estás interesada en el joven Walton?

—¿Interesada?, es más que eso, padre… ¡Estoy enamorada de él! —Las palabras de su hija preocupan a Isaías, que debía ser claro con ella.

—Debo aclararte, que esto será una matrimonio por conveniencia. Él no te ama, fuiste elegida por su madre, y si aceptas, él se enterará apenas hoy, y deberás reunirte con Jazmine en su oficina antes de la junta. Además, ofreció resolver todos nuestros problemas económicos si te casas con su hijo. —De inmediato, se alegra Eloise al escuchar estas palabras, pero su esposo no había terminado de hablar. —Sin embargo, quiero que sepas, que por más que necesitemos el dinero, jamás te sometería a un matrimonio sin amor. —Esto último se lo decía su padre, con la intención de que entendiera la situación, pero Adriana estaba tan feliz, que no entendía de razones.

—Padre, ¿por qué diría que no? ¡Me han propuesto casarme con el amor de mi vida!

—Es la mejor noticia que hemos recibido en mucho tiempo. No hagas caso a tu padre, él solo se preocupa por ti. El amor es algo que llega con el tiempo. Ese chico de seguro no podrá resistirse a tus encantos, mi niña. —Interviene Eloísa, alimentando las esperanzas de su hija. Mientras su esposo la mira con desagrado, al recordar que le ha estado buscando esposo a su hija por conveniencia, a sus espaldas.

—Debo arreglarme, no puedo ir así al encuentro como mi futura suegra. —Se levanta ansiosa de la mesa, Adriana, imaginando mil cosas en su cabeza, de cómo sería vivir al lado de Ares por siempre.

Su madre se levanta, y le ofrece su ayuda.

Mientras las dos mujeres suben a que Adriana se cambie de ropa, Aurora observa los ojos de su padre, y puede notar su preocupación.

—¿No estás de acuerdo con este matrimonio, papá? —Le pregunta Aurora, que por un momento, mientras su hermana recibía la noticia, imagino cómo sería casarse, tener hijos, y vivir la vida de una chica normal.

—No es que no esté de acuerdo, es que me preocupa un poco, Ares no es un hombre que se destaque por ser tierno y cariñoso. Siempre ha sido un chico difícil, de carácter fuerte, con una mirada fría como el hielo, muy parecido a su madre. Y Adriana es una joven muy soñadora, me preocupa que su interés en él, no la deje ver más allá de sus deseos.

—¡Te entiendo, papá!, pero vamos… Ares no es tan malo. Aún recuerdo cuando estaba pequeña, y mientras mama vivía, él y Jazmine solían visitarnos.

—Sí… Y ni siquiera hablaba. Desde entonces, se creía muy superior. Y Jazmine, no es una mujer que de puntada sin dedal. Discúlpame, si dudo de sus intenciones, pero es lo más normal.

—¡Ya veo!, y entiendo el porqué de tu preocupación, pero, aun así, es lo que Adriana quiere. Es su elección. Por lo menos ella tiene la posibilidad de elegir lo que quiere hacer con su vida. —Comenta cabizbaja, y su padre apenas y lo nota, pues a pesar de sus preocupaciones, no puede dejar de pensar en que ese matrimonio traerá de nuevo la riqueza a su vida. Era como una mezcla de sentimientos encontrados, que lo hacían sentirse bien y mal al mismo tiempo.

Muy nerviosa, en el ascensor de la empresa, está Adriana junto a su hermana Aurora, quien la ha acompañado por orden de su padre, con la excusa de saludar a Jazmine, pero en realidad es para que Adriana no se sienta sola, en este momento tan importante para su vida.

—Y entonces… ¿Te casarás con tu jefe? —Le pregunta Aurora, intentando romper el incómodo silencio.

—Sí… —Responde muy cortante su hermana. Se notaba lo inquieta que estaba.

—¡Tranquila!, todo irá bien. Si realmente estás enamorada de ese chico, ¿no entiendo por qué estás tan nerviosa?

—No conoces a Ares…

—Sí, lo conozco. En más de una ocasión coincidimos cuando mi madre vivía. Luego se fue a estudiar al exterior, y para cuando regresó yo me había ido al convento. No recuerdo que fuera malo. —Adriana, voltea los ojos de inmediato, ante la ingenuidad de su hermana.

—¡No es malo!. Ademas, eso que dices, pasó hace mucho tiempo. Quizás en esa época no era tan prepotente como lo es ahora.

—Y si te parece prepotente, ¿por qué aceptas casarte?

—¡Porque estoy enamorada de él!, pero tú no puedes entenderme. Jamás has sentido ese amor, que te vuelve loca, y eres capaz de hacer lo que sea por esa persona. Aunque te trate mal.

—¿Él te trata mal? —Le pregunta de inmediato, Aurora. Confundida, por el conflicto de sentimientos que expresa su hermana.

—¡Claro que no! —Adriana, peina su cabello con las manos, acomoda su blusa, y le sonríe a Aurora. —¿Me veo bien?

CAPÍTULO 3 1

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