Tarik
Agradezco al que inventó los vidrios polarizados.
— ¿Estás seguro de esto?— pregunto Zerek mientras se pasaba a la parte trasera del auto conmigo.
Asentí de inmediato comenzando a zafar su corbata.
— Necesito sentirte— susurré en su oído mientras quitaba su camisa.
En definitiva su cuerpo es de las cosas que más me calientan en mi vida, comencé a besar esos músculos perfectamente marcados hasta llegar al inicio de su pantalón.
— No, esta vez lo haré yo— dijo antes de agarrar mis manos y colocarlas encima de mi cabeza.
Me acostó suavemente y comenzó abrir mi camisa de botón para morder y lamer a su antojo.
— Deja a mis pezones— pedí casi en súplica cuando sentí que mi erección parecía torturar mi existencia por la estimulación en esa área.
Este sonrió con malicia y siguió en lo suyo.
— No lo haré, jugaré con ellos tanto que ya tu cuerpo no reaccionara al de nadie más— dijo con malicia mientras quitaba unas manos de mis brazos para comenzar a presionar mi dolorosa erección aún encima de los pantalones.
Los sonidos que salían de mi boca eran inevitable, sentía que no podía tragarme este placer. Comenzó a desabrochar mis pantalones, soltó mis manos y saco mi miembro de mis pantalones logrando avergonzarme, nunca imaginé que él haría esto.
— No lo tienes que hacer, sé que hacer esto no es nada atractivo...— no pude terminar lo que estaba diciendo por qué este se metió mi pene en su boca.
Gemí ante la sorpresa de lo estrecha que puede sentirse su boca, este comenzó a subir y a bajar mientras jugaba casi en forma de tortura que mis testículos.
— Esto se siente ¡Ohh... mi Dios!— dije exilado cuando esté comenzó hacer algo con la punta de mi pene.
Apreté su espalda tratando de contener todo el placer que me estaba provocando, pero no aguante por mucho tiempo me corrí en su boca.
— Mierda lo siento...— dije de inmediato al darme cuenta.
Este me interrumpió y me besó aun teniendo un poco de mí en su boca, en otro momento pensaría que es asqueroso, pero esto me calentó más de lo que puedo explicar.
— ¿Tienes un condón?— pregunté mientras me separaba de sus labios.
Este asintió y saco uno de su bolsillo lo cual me hizo levantar la ceja.
— Antes de que pienses mal, Louriza no me dejó venir sin llenar mis maletas y ropa de condones porque dice que tenemos que tener cuidado— me explico.
Lo acerqué a mí, mordí sutilmente su labio y sonreí con malicia.
—Después de que hables con mis papás espero que usemos todos— le propuse.
Este se sacó su masculinidad para colocarle el preservativo y ahí yo aproveché para quitarme los pantalones.
— No hemos tenido sexo en mucho tiempo así que sé cuidadoso que si mi papá me ve caminando mal no saldrás vivo de mi casa— le advertí.
Mi padre jura que sigo siendo virgen y si se entera de que ya lo hice no me dejara estar con Zerek porque cree que no está bien acostarme con alguien que no es mi pareja.
— Moriré feliz si es así, tranquilo Evans nunca haría nada que no te guste— susurro antes de posicionarse entre mis piernas.
Las abrí con vergüenza y este comenzó a repartir besos por todo mi cuello mientras comenzaba a entrar en mí. Fue un incómodo al principio porque podía sentir mi interior apretar su miembro, pero este supo de inmediato como moverse para hacer que mi cuerpo comenzara a temblar.
Le pegué ambos en la cabeza para qué se bajarán de esa nube, no quiero nada con Damiano ni en sueño y Jacob bueno... él se resignó a ser mi amigo simplemente y yo respeto eso.
Amo a Zerek y quiero intentar las cosas con él.
— Dejen de pensar con el pene y póngase a estudiar antes de que dejen alguien embarazado— exclamé.
Mis hermanos en serio están pequeños, pero tienen más vida sexual que el propio Connor que es mujeriego de primera.
— Hablando de pene ¿Lo tiene grande?— pregunto Derek.
Sentí que la vergüenza volvió a mí y me tape el rostro cuando sin querer me imaginé lo que estuvo dentro de mí hace unos minutos.
— Pareces un tomate, eso es un sí, en definitiva lo tiene grande, me siento orgullosa de ti te conseguiste a viejo con plata que lo tiene grande el sueño frustrado de algunos gays— exclamó Derek con orgullo.
Esta vez fue mi padre que le pegó en la cabeza.
— Deja de molestar a tu hermano y tú también— regaño mi padre a los gemelos.
Saque la lengua a estos, obvio soy el favorito de papá.
— ¿Está todo bien?— le pregunté a Zerek cuando se sentó al lado mío.
Este asintió y dejo que mi padre hablara.
— Tienen mi aprobación por ahora —dijo mi padre.
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