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“Solo quería salvar nuestra relación al volver con ella. Ella está enferma por mi culpa y no puedo solo quedarme sentado sin hacer nada. Como yo fui el responsable de su condición, yo debería ser quien la ayude”.
Aunque Boyle habló en un tono neutro, él sonó firme y confiado.
La mirada de Heaton era increíblemente fría y aterradora. Si él no hubiese sido un hombre educado, él ya hubiese golpeado la cara de Boyle.
Heaton le preguntó en un tono hostil: “¿Cómo planeas hacer eso? ¿Vas a continuar lastimándola o planeas impulsar a que se corte las venas otra vez?”.
Boyle se paró y le dio a Heaton una reverencia sincera cuando le dijo: “Por favor deme otra oportunidad, Señor Fudd. Le prometo que la ayudaré y la regresaré en sus manos sana y salva esta vez”.
Su actividad era extremadamente sincera mientras que su voz sonaba respetuosa. Sin embargo, él no parecía querer echarse para atrás.
Sin embargo, Heaton completamente ignoró la sinceridad y determinación genuina de su voz al decirle: “Así que me quieres decir que, incluso si yo interviniera y te dijera que te mantuvieras alejado de mi hija, ¿no estarías dispuesto a hacerlo?”.
Boyle se paró y enderezó su espalda al decirle: “Lo siento mucho, pero no puedo hacer eso”.
Heaton apretó los dientes y de repente se paró para golpear la cara de Boyle.
Fue un puñetazo fuerte.
Sin embargo, él no tenía intenciones de regresarle el golpe mientras miraba a Heaton con una mirada tranquila antes de decirle: “Señor Fudd, si golpearme múltiples veces puede calmar su odio hacia mí, no me molesta ser golpeado por usted”.
Heaton agarró a Boyle del cuello, apretó el puño y lo tiró a la cara de Boyle. Sin embargo, él paró antes de que su puñetazo conectara con la cara de Boyle.
“Boyle Lawson, si golpeándote puedo curar la depresión de Porotita Dulce, no me importaría golpearte hasta la muerte”.
A fin de cuentas, Heaton era un hombre racional. Por lo tanto, él apretó su puño antes de bajarlo furiosamente.
Parecía que sus puños estaban temblando levemente, y Heaton parecía estar echando humo de ira.
La garganta de Boyle tembló al exclamar en un tono serio: “Por favor piénselo bien, Señor Fudd. Por favor déjeme participar en el tratamiento de Cherie. Usted y yo tenemos ahora la misma meta, y todo lo que quiero es que Cherie se recupere lo más rápido posible. Si yo soy la causa de su trauma, estaré más que dispuesto a ayudarla a superarlo”.
Heaton cerró los ojos y estaba abrumado con frustración mientras evaluaba a Boyle minuciosamente.
“No olvides que incluso si pasaron siete años, tu padre fue la persona que secuestró a Poritita Dulce en ese entonces. ¿Puedes garantizar la seguridad de Porotita Dulce?”.
“No era lo suficientemente fuerte y poderoso hace siete años, y mis temores me impidieron poder protegerla en ese entonces. Sin embargo, ahora soy más que capaz de cortar completamente los lazos con ese secuestrador. He estado vigilando todos sus movimientos en los últimos siete años”.
Heaton permaneció en silencio.
Heaton sabía que Boyle estaba en lo más bajo de la cadena alimenticia hace siete años atrás. Cuando investigó a Boyle en ese entonces, él nunca negó la excelencia y el potencial de Boyle. Parecía que el adolescente pobre que no tenía nada en ese entonces estaba ahora parado en la cima de la riqueza siete años después.
Sin embargo, la riqueza y el poder de Boyle no eran cosas que Heaton consideraba importantes en la cualidad de una persona.
Lo único que Heaton quería saber era si el hombre parado frente a él seguiría lastimando a su hija.
Entregarle a Porotita Dulce parecía bastante esperanzador, pero a la vez riesgoso.
Había una gran incertidumbre si Boyle iba a provocar el trauma de Porotita Dulce o si iba a hacer que su depresión empeorara.
Sin embargo, Heaton se quedó sin opciones.
Era porque su hija más amada había intentado suicidarse una vez.
Los ojos de Heaton estaban rojos al exclamar furiosamente: “Si te atreves a herir a Porotita Dulce de nuevo, Boyle Lawson, me encargaré de que no exista tu cadáver para poder enterrar en la faz de la Tierra”.
Heaton se dio la vuelta y salió de la cafetería luego de dejarle una advertencia a Boyle.
…
Como Cherie tenía que asistir a la fiesta de Mandy, ella no se había ido de la capital aún.
Sin embargo, el boleto de avión que ella había agendado de regreso para Ciudad del Norte fue programado para salir en la noche.
Justo cuando estaba empacando su equipaje en el hotel, su celular sonó.
Boyle era la persona que la llamaba.
Cherie levantó las cejas y aunque parecía reacia, contestó la llamada. Ella preguntó: “¿Qué quieres?”.
Boyle ya había llegado a la entrada del Hotel de Comercio Mundial, en el cual ella se estaba quedando.
“¿No vas a regresar a Ciudad del Norte esta noche? Déjame llevarte”.
Cherie se negó sin dudarlo: “No hay necesidad de eso”.
“Estoy en la entrada del hotel”.
Cherie se quedó sin palabras.
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