Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 1013

Los labios de Leticia temblaron ligeramente.

Todo era por la ingenuidad de Julio.

Ander siempre decía que para asuntos sin complicaciones, lo buscaran a él.

Julio seguía órdenes sin cuestionarlas, sin importar de quién vinieran.

Solo obedecía a Ander y a mí.

Nunca pensé que mis órdenes tuvieran más peso que las de Luisa.

"¡Julio, eres el guardaespaldas de la familia Elizondo! ¿Cómo puedes seguir órdenes de alguien de afuera?"

Luisa seguía resistiéndose, pero Julio, harto, terminó atándola. Luego, tomó un poco de durián que no había terminado de comer y le metió un pedazo en la boca a Luisa justo cuando ella iba a hablar.

Luisa odiaba el durián, y de inmediato se sintió tan asqueada que no pudo seguir hablando.

Julio, sin entender, comentó: "El durián es delicioso, no sabes apreciar lo bueno."

"Además, mi único jefe es el señor. Desde el principio, se dijo que solo obedecería al señor."

"Entonces, ¿por qué...?"

Las lágrimas de Luisa brotaron de sus ojos, y su voz se volvió temblorosa: "¿Por qué ahora le haces caso a ella?"

Julio respondió: "Ella es la futura señora. El señor dijo que sus órdenes son sus órdenes, y debo obedecerlas, y obedecerlas bien."

Luisa siempre había visto a Julio como alguien leal y sencillo. Alguien que, en momentos de peligro, podría sacrificarse por Ander.

Pero nunca imaginó que terminaría perjudicándose a sí misma.

Observé todo con la boca abierta, sorprendida y un poco asustada.

Después de todo, Luisa era la madre de Ander.

No podía ser tan dura con ella...

"Bueno, esto... argh—" Apenas había abierto la boca para decir algo cuando el olor del durián me hizo sentir náuseas.

Cloé, desconcertada, preguntó: "¿No te gustaba el durián?"

Manuela intervino de repente: "Durante el embarazo, es normal que te disgusten cosas que normalmente te gustaban."

¡Yo:!

¡Cloé:!

¡Luisa:!!!

Julio, temeroso de que le pidiera tirar el durián, se lo terminó en dos bocados: "Señora, ya no queda."

"El pequeño señor no se molestará."

"…"

Todavía aturdida, miré a Manuela, sin atreverme a creerlo del todo: "¿Dice que yo?"

"Un chequeo lo confirmará."