Era el hábito de alguien que había estado en el poder por mucho tiempo.
"¿Qué pasó?", preguntó el hombre con una voz profunda y envolvente, pero claramente amable.
"¡Mira nada más tu cara de menso! Si estás feliz, pues ríete, ¿a qué le haces al cuento?"
Camilo, al final de cuentas, ahora vivía en un estado de felicidad completa.
Al ver los problemas en las vidas de los demás, se divertía un poco.
"No es de extrañar que no puedas alcanzar a tu esposa."
Óscar quedó sin palabras: "…"
Selena decidió no participar en la conversación y se fue rápidamente.
Camilo bromeó, "Mira, tu esposa se volvió a ir."
Óscar apretó los dientes con frustración.
Ahora que todos eran felices, lo molestaban a él.
"Si no vas a ayudar, al menos no estorbes."
Camilo chasqueó la lengua, "¡Uy, qué carácter!"
Cloé, tomando del brazo a Camilo, intervino para apaciguar las cosas, "Ya estuvo bueno, presidente Galindo, no le sigas echando sal a la herida."
Óscar: "…"
Gracias.
Se sintió un poco mejor.
Cloé añadió, "Y además, no menciones las náuseas de Ander, es una muestra de amor."
Camilo se rió, "Si es una muestra de amor, hay que mencionarlo mucho para que Leticia sepa lo mucho que Ander la ama."
"Leti ya lo sabe, no necesita que se lo recuerdes."
Cloé lo amenazó, "Si vuelvo a oírte, dormirás en el sofá."
Camilo no se intimidó, "Está bien, el sofá me parece bastante cómodo…"
Cloé rápidamente le tapó la boca.
De verdad, este hombre no tenía filtro, decía cualquier cosa en cualquier lugar.
Óscar se dio la vuelta sin expresión alguna.
¡Ya basta de presumir!
Cloé levantó la mano y señaló, "Mira, ya lo heriste."
Camilo, llevando a Cloé hacia adentro, dijo, "Lo estoy motivando, pronto cumplirá treinta y cinco y todavía no se esfuerza. Si sigue así, cuando muera, ni siquiera podrá descansar al lado de su esposa."

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