Camilo no se andaba con rodeos, "Aunque mi esposa lo hizo para que Leticia se preocupara menos, también le echó una mano a usted. Considérelo como un favor que me debe. Cuando mi esposa necesite algo, usted tiene que ayudar."
"......"
¿Óscar era acaso un árbol de los deseos?
Uno tras otro, solo lanzaban una moneda y esperaban recibir algo grande a cambio.
Pero ya lo había dicho, y no había forma de retractarse.
De cualquier modo, había conseguido información muy útil.
"Está bien."
Camilo se marchó satisfecho.
Cuando subió al coche rumbo al aeropuerto, le envió un mensaje a Cloé pidiéndole una recompensa.
Pasó un buen rato antes de que recibiera una foto.
Al verla, sintió que toda la sangre se le subía a la cabeza.
"Camilo..."
Fabio Chávez, que iba al frente, lo observó por el retrovisor, sorprendido, "Le está sangrando la nariz, justo estamos cerca del Hospital Central, ¿vamos a que lo revisen?"
Camilo, sin perder la compostura, tomó un pañuelo y se limpió la nariz, "No pasa nada, vámonos rápido, tengo cosas que hacer."
Fabio tenía sus dudas, pero no dijo más.
Era parte de su profesionalismo como asistente.
Cuando el avión privado de Camilo llegó, casi sin tomarse un respiro, se dirigió directo a la Casa de la Brisa.
Al abrir la puerta del dormitorio, vio un pequeño bulto en la cama.
Cerró la puerta con el pie mientras se acercaba, desabotonándose la camisa.
Era la primera vez que Cloé tomaba la iniciativa de hacer algo así, y estaba nerviosa.
El más leve sonido la hacía saltar como un ave asustada.
Cuando una mano caliente y firme se deslizó bajo las sábanas y la tomó, soltó un grito ahogado.
En el siguiente segundo, las sábanas fueron apartadas.
La foto no le hacía justicia al impacto del momento real.
Con la luz amarillenta y tenue como cómplice.
Ese delgado velo rojo apenas cubría su piel de nieve.
Lo que se insinuaba y lo que no, era lo que más atraía.
Camilo sintió un cosquilleo en la nariz.
Antes de que pudiera levantar la mano, Cloé saltó, "¡Te está sangrando la nariz!"
"......"
En todos sus años recorriendo el mundo, Camilo nunca había tenido un momento tan embarazoso.

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