"Me duele."
Esa estratagema era exactamente igual a la última vez.
Señalé su mano derecha y luego dije: "Acabas de usar esa mano para jalarme, y no fue con poca fuerza."
"Fue justamente al jalarte cuando usé mi fuerza, y ahora empezó a doler." Él aceptó mi comentario sin objeciones.
Le metí un pedazo de mamey en la boca diciéndole: "Vamos, come, come bastante."
Más tarde, César trajo un montón de documentos. Todos eran documentos que esperaba el grupo. Mientras Isaac siguiera vivo, tendríamos que encontrar la manera de manejarlos.
Su mano derecha estaba realmente herida, no podía usarla con frecuencia, así que yo tenía que ayudarlo a revisar los documentos, y él firmaba al final. Por un momento, parecía que habíamos vuelto a esos días en los que nos tratábamos con respeto mutuo.
"Cloé, hay un problema con esta tasa de retorno..."
Cuando Isaac giró su cabeza hacia mí, yo me inclinaba para pasarle un nuevo documento. Los labios fríos del hombre, inesperadamente, aterrizaron en mi rostro. ¡Nos quedamos petrificados ambos! Aunque en el pasado habíamos tenido muchos momentos de intimidad, en aquel momento era diferente... Los ojos de Isaac se iluminaron, casi instantáneamente se llenaron de deseo, su mano derecha tomó mi blusa, a punto de sellar mis labios... Instintivamente quise esquivarlo, pero alguien fue más rápido que yo.
Desde la puerta se oyó un sonido, como si algo hubiera caído al suelo.
Al siguiente segundo, la voz de Victoria resonó: "Señorita Monroy, ¡por favor no pienses mal!"
Me levanté de un salto, solo para ver a Victoria y a Abril en la puerta. ¿Desde cuándo se habían vuelto tan cercanas? La cara mimada de Abril estaba teñida de ira, pareciendo la esposa que atrapa a su marido en la cama con otra. Y Victoria era aún más cómica, dio unos grandes pasos hacia adelante, me empujó, y acusó: "Cloé, ¿qué estás haciendo? ¡Qué manera de actuar es esa frente a la esposa actual!"
No esperaba que tuviera tanta fuerza, sin estar preparada, me golpeé contra la esquina de la mesita de noche.
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