Diario de una Esposa Traicionada romance Capítulo 262

Hacía unos días, Lorena me había preguntado si yo era adecuada o no. En ese momento, como nada había sucedido aún, no pensé mucho al respecto. Pero en aquel momento, siendo confrontada de manera tan directa por Abril, quien me acusaba de ser un lastre, realmente empecé a dudar. Después de todo, Isaac había resultado herido varias veces últimamente, y todo era por mi culpa.

En el instante en que oí esa pregunta, me pregunté si las cosas habrían sido diferentes si él se hubiera casado con Abril. La familia Monroy tenía una gran fortuna, Abril no solo no habría sido un problema para Isaac, sino que incluso podría haber sido de gran ayuda. Juntos, podrían haber logrado más de lo que yo podía imaginar. Pero para Isaac, parece que era más un lastre que otra cosa.

El dolor agudo que sentí al golpearme contra la esquina del armario se volvió insignificante. Mirando a Abril, quien hablaba con tanta justicia, me encontré incapaz de replicar por primera vez. Sin un buen linaje familiar, era cierto que solo estaba arrastrando a Isaac hacia abajo, lo había condenado. Lo había hecho pasar horas en la sala de emergencias. Lo había hecho pasar dos días y una noche en coma en la habitación del hospital.

En mi silencio, Isaac de repente soltó una risa baja y dijo con una voz tenue: “Señorita Monroy, tú tampoco me quieres, ¿verdad?”

"¿Quién, quién dijo eso?"

Abril, con el cuello tenso, afirmó con convicción: "¡Yo sí te quiero, no me casaré con otro que no seas tú!"

"¿De verdad?"

Isaac extendió su mano para acercarme a él, su pulgar acariciaba suavemente el dorso de mi mano mientras preguntaba: “¿Te gusto yo o el hecho de que sea el líder de la familia Montes?”

Sus ojos, oscuros como el ónice, se posaron sobre mí, llenos de afecto: “Si yo no fuera el líder de la familia Montes, ella seguiría siendo mi esposa.”

"¿Y tú? ¿Seguirías queriéndome solo a mí?" Con unas pocas palabras, desgarró esa capa de hipocresía que cubría los matrimonios entre grandes familias.