108 CRIMINAL
CAMIL ARAY
Inmediatamente sentí que no era capaz de articular palabra, y no tenía nada que ver con esa voz que amenazaba con cortarme el paso del aire, era miedo… puro y duro. Era un terrible miedo a mi ausencia, miedo de que ese degenerado pudiera hacerme daño, y Emira y Farid se quedaran sin mí, y el bebé que llevaba en mi vientre no tuviera oportunidad de nacer. No tenia dudas de quien pertenecía esa mano… al único desgraciado que conocía los quirófanos de ese hospital como la palma de su mano: Dave.
—¡Camil, Camil, Camil!¡no debiste mandarme ese mensaje! —musito con una voz tan desquicida que logro que se me aflojaran las rodillas por el pavor. —No debiste retarme de esa manera no fue inteligente. Antes te creía una mujer inteligente, pero después de todo lo que hiciste…
—¡Deja que me vaya! —logre articular sin que me temblara la voz. No quería parecer aterrada, pues él se aprovecharía aun más de eso, era como un oscuro dementor alimentándose de mi miedo—Saldré de este quirófano, y no daré parte a la policía de que estas aquí —le asegure obviamente mintiendo—¡Eso te dará suficiente tiempo para huir¡—argumente tratando de convencerlo de algo que no me creía ni yo. No podía dejarlo huir, o estaría muerta de miedo a diario pensando de que era capaz de aparecer en cualquier esquina.
—¡No seas estúpida!, si aun no salgo del país es solo porque necesitaba verte querida Camil— explico con demasiado odio en la voz—Necesitaba entender como fui tan tonto de no aprovechar la oportunidad de tenerte para mi cuando te tuve rendida a mi merced. A fin de cuentas, tu destruiste mi vida y mi carrera, y ni siquiera estuve dentro de ti. Situación que sin lugar a dudas es preciso remendar.
Intenté forcejear, pero su agarre solo se hizo más fuerte sobre mi cintura, trate de recuperar el aliento, sabiendo que gritar era lo único que haría que regresaran por mi, pero quién, si el hospital estaba totalmente colapsado de pacientes que iban desde la gravedad hasta el estado critico. Grite, grite una y otra vez con todas mis fuerza, como si mi vida y estabilidad mental dependiera de eso, y es que así era.
—Te recuerdo que este quirófano es insonorizado— susurró en mi oído aprovechando para aspirar mi cabello, el en un tono tan sádico que provocó que me quedara quieta por unos segundos— Puedes gritar a tu antojo, bonita. ¡Animo! ¡Más!¡Me encanta cuando gritan!... Me temo que por eso no te tome aquel día en tu propia cama, me gustan dispuestas… pero si no colaboras, acá tengo a un viejo amigo—dijo con la voz cargada de sarcasmo y libero una de sus manos de mi cuerpo hasta alcanzar su ropa, del bolsillo de su abrigo saco, un pequeño frasco de un medicamento inyectable. Dicho frasco contenía la misma sustancia que ya me había inyectado anteriormente.
Enseguida el no que mi cuerpo entero se tensaba aún más, de ser eso posible. No podía permitir que me metiera ese veneno en la sangre, no otra vez, eso sin duda mataría a mi bebe, y no podía ni siquiera imaginar como salir de esa situación tan difícil.
—alguien vendrá a limpiar el quirófano en unos pocos minutos—le amenacé—El hospital está colapsado, alguien vendrá a limpiar y a desinfectar para volver a atender a pacientes aquí.
—Gracias por sugerirlo, Camil, pero no pensaba quedarme aquí. ¡Tengo un mejor lugar para nosotros! ¡Mucho más cómodo sin duda alguna!
—¿Y como es que piensas llegar allí, a ese sitio que hablas, sin que alguien te vea? —sisee desesperada, pues sin dudas no esperé algo así, no dentro del hospital y no rodeada de tantas personas, que daba hasta miedo pensar como ese maldito criminal había logrado entrar en un sitio tan vigilado.
Era obvio que se había aprovechado el caos imperante, por el incendio; y estaba bastante segura de que su amigo, el jefe de cardiología también estaba implicado en esto.
—Conozco este hospital demasiado bien, cada puerta, cada closet de limpieza, cada sala… no debes suponer que arrastrarte hasta mi consultorio supondrá para mi algún problema— espetó empujándome rumbo a la salida, pero sin soltarme un instante. —¡Flojita y Cooperando, Camil!¡Flojita y Cooperando!
—¿Tu consultorio?¡Ja! Te recuerdo que ya hay un nuevo jefe de cirugía, de seguro hizo cambiar desde los picaportes hasta la decoración, para borrar tu mal precedente— escupí con una valentía que aún me pregunto de donde saque.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.