16."Caballeros sin memoria".
CAMIL DE LA FUENTE
—Como le expliqué a la señorita enfermera, Marta… Si tú me suturaste la cabeza, lo más lógico es que tú también me saques los puntos de la sutura. ¿No te parece Camil?—me abordó tranquilo como si fuéramos solo médico y paciente.
—No es gracioso que estés aquí Farid. Estoy trabajando y eso pudo haberlo hecho cualquier médico…
—No conozco a ningún otro médico, incluso me parece raro que tú lo seas— comentó mientras me paraba justo frente a él—Aún no me acostumbro al hecho de que seas una súper heroina salvadora de vidas con un bisturí en una mano y una pinza en la otra. Además esa bata blanca te asienta más que aquellos atuendos de pasarela.
—No soy una heroína…— murmuré acercándome a él para examinar el corte que estaba perfectamente sano. Los puntos de la sutura estaban listos para ser retirados sin ninguna complicación.
—No pienso discutir eso contigo— replicó y lo vi callarse cuando mis manos tocaban su cabeza.
Marta nos dejó solos y me quede allí casi paralizada, pero no podía demostrarle al árabe que me afectaba su presencia. Así que comencé a hacer lo que me daba seguridad, para lo que estaba entrenada, ser médico.
Me separé un poco para lavarme las manos. Alcance unos guantes, una pinza, y una tijera quirúrgica que ciertamente se veía aterradora.
Farid me observaba como un búho, en parte me gustaba tenerlo a la expectativa, y con un poco de miedo de mi. Eso me parecía justicia divina. Tal vez el Karma no me odiaba tanto después de todo.
—¡Recuéstate, por favor!—demandé ya lista para comenzar. Me obedeció sin chistar.
—Ten cuidado con esas tijeras— me aconsejo con cierto temblor en la voz, pero no conocía lo suficiente para saber que si estaba asustado. Él era un muro para los demás, Farid nunca exteriorizaba sus sentimientos.
Me acerqué con las manos ocupadas y lista para cortar el hilo. Lo que él no sabía es que bastaba prácticamente un corte de la tijera para que salieran todos los puntos. Yo tampoco sé lo diría… mejor si lo martirizaba un poco para que no se le ocurriera regresar más.
—¿Por qué te decidiste por la medicina? — inquirió sacándome por un instante de mi concentración.
—Porque con eso enloquecería a mi madre—respondí con despreocupación cortando el hilo guía y sosteniéndolo con la pinza.
—Cosa sería tu madre— respondió con sorna. —aún así no creí que fueras capaz de independizarte de ella.
— Tuvimos diferencias irreparables— comenté tirando del último hilo para dejar la herida cerrada completamente lista para limpiarla un poco.
Se veía bastante bien, y dentro de poco no se vería a penas la cicatriz. Limpié la zona y solté todo el instrumental usado en la bandeja para después clasificar los desechos del procediendo.
De pronto la sala de cirugía menor me pareció mucho más pequeña, me sentía acalorada e inconscientemente me abaniqué la cara con la mano. Mi vientre se contrajo, en clara invitación al pecado. Mi cuerpo entero reaccionaba a él, era como si cada célula de mi cuerpo tuviera memoria y lo acalamara.
—¡Vaya! ¡Creía que los caballeros no tenía memoria!— me quejé con el ritmo de la respiración cada vez más entrecortado y veloz. El corazón era otro tema, se me saldría del pecho si no lograba salir de allí.
—Hay damas que son inolvidables— replicó acortando aún más la distancia que nos separaba y su cuerpo duro quedó completamente pegado al mío.
Si no salía corriendo de allí ardería otra vez, y eso sería un error de marca mayor.
—Farid… ya esto está completamente fuera de lugar. Lo qué pasó entre nosotros hace años, fue un error… un error que ambos nos ocupamos de mantener oculto y dejar atrás— expliqué mirándolo a los ojos, sin siquiera pestañear. No tengo idea de donde saque tanto valor, pero aún así lo hice.
—Yo no he dejado nada atrás— murmuró casi calentando mis labios con su aliento tibio. —Yo no he olvidado que eres la mujer que más me conoce… y a la que más conozco. La única que se adapta a mi cuerpo como si hubiera sido hecha para mi— diciendo esto sus manos rodearon mi cuerpo y se fueron a posar sobre mi espalda baja, atrayéndome aún más a él.
—¡Dios, Farid!— susurre al sentir su erección turgente contra mi abdomen—. El pasado fue una utopía… simple atracción, ni nada más. No hay nada tan falso como eso de que yo te conozco o tú me conoces… y aunque así fuera yo ya no soy la misma mujer que era hace seis años atrás…
—Eso es lo mejor de todo Peligro… que esta nueva Camil, también me está enloqueciendo por ella— susurro contra mi cuello, haciendo que cada parte de mi cuerpo despertara de el letargo sexual que me había impuesto. Fardo no me había besado, aún no; pero aún así me había hecho sentir cosas que creía que Ninfa más sentiría. —Está Camil es tan mía, como lo fue la chiquilla malcriada, y esta vez no me interesa ocultarlo— mis rodillas se sentían como mantequilla, me aferré a sus antebrazos para no caer, y entonces él si unió su frente a la mía listo para besarme.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.